Galat, hombre, sin rencillas: ¿cuándo un café?

El mundo del jesuita Masiá, el de Hans Küng o el de Marciano Vidal es el mundo de la razón, de la teología. Pueden haberse equivocado en determinados aspectos, pero nunca los he ridiculizado, ni una sola vez. Porque no son dignos de ello. Sus posturas no las comparto, pero no son ridículas ni mucho menos.
El mundo de José Galat es un mundo totalmente distinto: un mundo mental de apariciones, mensajes y visionarios. Cuando usa argumentos teológicos se nota un claro desconocimiento de ese campo, cometiendo errores de estudiante. Comprensibles en el estudiante, pero inexcusables cuando se constituye a sí mismo en maestro de los obispos de todo un país.
Como se ve, son dos mundos mentales y teológicos distintos. Yo estoy mucho más cerca al de los teólogos citados (aunque no comparta todas sus afirmaciones) que al de los visionarios apocalípticos que anuncian papas oscuros y creen en una Iglesia reducida a un grupito de fieles irreductibles.
Algunos teólogos han errado al caer en una cierta falta de fe en el Magisterio. Pero eso es mejor que errar por creer al primero que venga contándome unas fábulas de dragones y atanasios escondidos en las grutas de los esenios, esperando a que acabe el último cataclismo causado por secretas conspiraciones vaticanas.
En mis posts, lo reconozco, he estado muy influido por el discurso sobre la risa de Jorge de Burgos en la famosa biblioteca de la abadía cuyo nombre desconocemos. Hago propósito de leer menos a Umberto Eco y más el Atlas of visions and conspirations.

 En fin, hoy para no meterme en ningún problema he escogido para el post las fotos menos problemáticas que he podido encontrar.





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