Por Jorge Rocha
En días pasados Grupo Reforma dio a conocer la última encuesta de aprobación de la gestión del presidente Enrique Peña Nieto. De acuerdo a este diario la imagen de esta administración mejoró en ocho puntos porcentuales, es decir, pasó del doce al 20 % de aprobación. Por otro lado, los que reprueban al primer mandatario es su gestión pasaron de 86 % al 78%. A pesar de esta leve mejora, todavía ocho de cada diez mexicanos consideran que la presidencia de Peña Nieto es deficiente y sin duda esto coloca al primer mandatario de nuestro país como uno de los que tiene menor legitimidad en todo el continente.
Ahora bien, en el Centro y Sur del país la imagen presidencial es más negativa que en el Norte y el Occidente de México; y sí en enero la mayor preocupación de los mexicanos era la economía (producto del gasolinazo), para mediados del año la principal agenda que plantean los habitantes del país es la inseguridad, mientras que para los líderes sociales el principal problema es la corrupción.
Ahora bien, también en estos días el Poder Ejecutivo Federal volvió a estar en el ojo del huracán, ya que, en el llamado Paso Express a Cuernavaca, una obra carretera que apenas se inauguró en abril de este año, se presentó un socavón que terminó en tragedia. Juan Mena López y su hijo Juan Mena Romero cayeron en su auto en el citado socavón el pasado 12 de julio y murieron en el accidente. De acuerdo con los primeros peritajes, estas personas todavía estuvieron vivos casi dos horas después del accidente, sin embargo, las labores de rescate tardaron ocho horas por lo que los encontraron muertos.
Esta obra costó 2 mil 300 millones de pesos y a los tres meses presentó una grave falla, además vecinos de esta vía señalan que hay otros tramos con riesgos. La Secretaría de Comunicaciones y Transportes, a cargo de Gerardo Ruiz Esparza, quiso indemnizar a los deudos con una cantidad irrisoria, que al momento de escribir este texto, no había sido aceptada por los familiares.
Ruiz Esparza atribuyó el desperfecto a que las lluvias de este año en esa zona estuvieron arriba del promedio y a otras causas como acumulación de basura en espacios de desagüe. Por supuesto que las atípicas y poco afortunadas versiones del secretario de Comunicaciones y Transportes no fueron bien recibidas y no convencieron prácticamente a nadie.
Este evento sin duda volverá a afectar los niveles de aprobación del presidente de la República, ya que este hecho generó una enorme indignación en todo el país, pero lo más preocupante del asunto son dos temas: el primero es la serie de eventos que genera la sospecha de que hubo actos de corrupción que permitieron la construcción y la inauguración de una obra que presenta riesgos tan altos para las personas que circulan en él. Una obra técnicamente bien hecha hubiera previsto cualquier tipo de contingencia, incluyendo lluvias torrenciales. El segundo tema es que por ahora no se reconocen culpables y el riesgo de volver a caer en la impunidad es muy alto. En cualquier país con una democracia sólida, el secretario responsable del asunto en última instancia habría renunciado y hubiera puesto a disposición de las autoridades toda la información disponible para investigar el asunto con toda profundidad. En México esto no suele suceder y parece que en este caso tampoco se asomará la tan ansiada justicia.
Se crean instituciones y marcos normativos que pretenden combatir la corrupción y la impunidad, sobre todo de la clase política, pero los hechos siguen mostrando que estas prácticas están profundamente arraigadas; y mientras no exista una clara voluntad política para avanzar en el asunto, seguiremos siendo testigos de hechos tan condenables como los ya mencionados. Ojalá que este hecho represente un caso que rompa con las tendencias, pero los acontecimientos nos dicen que no podemos ser optimistas.
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