Román Ramírez Carrillo
En esta semana, el descubrimiento de los narco campamentos dedicados a la formación de cuadros delincuenciales, en el municipio de Tala, en la productiva región Valles, evidenció lo que hace ya tres años señalaba el Señor Cardenal, José Francisco Robles: el problema de nuestros desaparecidos en Jalisco. En esta zona, según las autoridades, se cultiva marihuana y amapola, y la prefieren los delincuentes pues está bien comunicada.
Al concluir los trabajos de la Asamblea Diocesana de Pastoral (junio 2014), el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, propuso que cada Parroquia estableciera una lista de personas desaparecidas en esa comunidad, para orar por ellas y sus familias, darle seguimiento al proceso de la investigación por su desaparición y, en su caso, señalar las personas que hubieran sido localizadas. Esta lista serviría, además, para que las autoridades tuvieran otros datos respecto a sus propias investigaciones.
“Se trata de una acción concreta en la reconstrucción del tejido social, mirando a reconstruir el tejido social roto por la violencia que ha afectado a muchas familias y a muchas personas, espero que en cada Parroquia se dieran cuenta si hay uno, cinco, diez o más desaparecidos, y que se haga una lista con los nombres, en un lugar visible a los ojos de la comunidad.”
El Cardenal Robles señaló que la comunidad está consciente de que la autoridad debe responder sobre esa persona desaparecida, porque si no, los funcionarios podrán pensar que el hecho de desaparecer cinco, diez o veinte, le es indiferente a la sociedad.
No interesa que las desapariciones hayan sido propiciadas por el crimen organizado. Interesa que son personas, y que han desaparecido; y que aunque anduvieran en la peor actividad, como personas tienen que ser ubicadas, tienen que ser sometidas a juicio y, en todo caso, pagar ante la ley, si hay algún delito.
Lupita Aguilar, de la Fundación de Desaparecidos Jalisco, FUNDEJ, con su frase hacemos como que vivimos, se alegraba de que la Iglesia se esté acercando, “porque todas nosotras creemos en que hay alguien que sabe dónde están nuestros hijos, y es Dios Nuestro Señor, y él es el que nos da esa fuerza inmensa para seguir luchando, para seguir sosteniéndonos en este lugar. Solicitamos la solidaridad de toda la sociedad para que se unan con nosotros, para que se sensibilicen este tema de los desaparecidos”
El drama que enfrentan las familias de personas desaparecidas es muy grave, la incertidumbre de no saber dónde están sus familiares, si están vivos o muertos, si están pasando hambre, frío o sed los mantiene en una situación de gran dolor, que se acrecienta cada día que pasa sin que se sepa sobre su paradero.
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