Al finalizar la Audiencia General de este 16 de mayo en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Santo Padre se dirigió a los peregrinos de lengua polaca, y en concreto a un grupo de excombatientes que lucharon en la batalla de Montecassino durante la Segunda Guerra Mundial.
“Saludo a los peregrinos polacos y, de manera especial, a los excombatientes de la Segunda Guerra Mundial venidos para la conmemoración del aniversario de la batalla de Montecassino”, señaló Francisco.
El Papa recordó la tristeza de las dos guerras mundiales del siglo pasado y lamentó que en la actualidad se sigan produciendo conflictos bélicos que afectan a millones de personas.
Sin embargo, también tuvo palabras de esperanza e invitó a los excombatientes a ser impulsores de la paz. “La tragedia de la guerra que vivisteis, la fuerza del espíritu, la fidelidad a los ideales y el testimonio de la vida se conviertan en llamada para el cese de los conflictos en curso en el mundo y para la búsqueda de caminos de paz”, expresó.
La abadía benedictina de Montecassino, al sur de la ciudad de Roma, fue el escenario de una de las batallas decisivas de la Segunda Guerra Mundial entre el ejército nazi y las potencias aliadas encabezadas por Estados Unidos y Reino Unido.
Dentro de la abadía en ruinas se habían hecho fuerte una división de paracaidistas alemanes que impedían la toma de este importante enclave por parte de las fuerzas aliadas que trataban de expulsar a las tropas nazis de Italia.
El 18 de mayo de 1944, tropas polacas y francesas consiguieron conquistar las ruinas del monasterio, lo que permitió el avance de los aliados hacia la ciudad de Roma. En el asalto murieron más de mil soldados polacos.
La abadía quedó completamente destruida por los combates, aunque su archivo y la mayor parte de sus obras de arte pudieron depositarse en el Vaticano antes de los bombardeos. Fue reconstruida tras la guerra.
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