Ciudad del Vaticano
El Pacto de las Catacumbas por la Casa Común, en el que se asume el compromiso de trabajar por una Iglesia con rostro amazónico, pobre y servidora, profética y samaritana, fue firmado este 20 de octubre de 2019 en las Catacumbas de Santa Domitila en Roma. En la firma de este compromiso estuvieron presentes unos 40 obispos, acompañados por otros padres sinodales, auditores, auditoras, peritos y peritas, así como algunos de los participantes del espacio «Amazonía: Casa Común».
El acontecimiento, considerado como ‘un acto de amor cósmico’, tuvo lugar en las Catacumbas de Santa Domitila, en Roma, las mismas donde hace medio siglo se congregó un grupo de Padres Conciliares para afirmar su opción por los pobres a través de 13 compromisos que dieron forma al ‘Pacto de las Catatumbas’.
En esta oportunidad, se trata de 15 derroteros “por una Iglesia con rostro amazónico, pobre y servidora, profética y samaritana”, como reza el subtítulo del documento que ha sido rubricado por unos 40 obispos, en cabeza del cardenal Claudio Hummes, arzobispo emérito de San Pablo, quien también es el presidente de la REPAM.
En la Eucaristía, que inició hacia las 7 a.m., participaron más de 200 personas, incluyendo sacerdotes, religiosas, laicos y algunos representantes de otras confesiones religiosas. Buena parte de ellos también hacen parte de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica que inició el pasado 6 de octubre y concluirá el próximo 27.
Estos son algunos de los acentos del Pacto al que los padres sinodales se han comprometido “personal y comunitariamente”, poniendo por testigos a los “mártires de Roma, de América Latina y en especial de nuestra Amazonía, en comunión con el sucesor de Pedro”:
- “Asumir, ante la amenaza extrema del calentamiento global y del agotamiento de los recursos naturales, el compromiso de defender en nuestros territorios y con nuestras actitudes la selva amazónica en pie”.
- “Reconocer que no somos los dueños de la madre tierra, sino sus hijos e hijas”
- “Acoger y renovar cada día la alianza de Dios con todo lo creado”
- “Renovar en nuestras iglesias la opción preferencial por los pobres, especialmente por los pueblos originarios, y junto con ellos garantizar el derecho a ser protagonistas en la sociedad y en la Iglesia. Ayudarlos a preservar sus tierras, culturas, lenguas, historias, identidades y espiritualidades”.
- “Abandonar en nuestras parroquias, diócesis y grupos todo tipo de mentalidad y postura colonialista, acogiendo y valorando la diversidad cultural, étnica y lingüística en un diálogo respetuoso con todas las tradiciones espirituales”.
- “Denunciar todas las formas de violencia y agresión a la autonomía y a los derechos de los pueblos originarios, a su identidad, a sus territorios y a sus formas de vida”.
- “Anunciar la novedad liberadora del Evangelio de Jesucristo, en la acogida al otro y a lo diferente”
- “Solidaridad con los pueblos originarios, con los pobres y los pequeños, en la defensa de sus derechos y en la preservación de la Casa Común”.
- “Instaurar en nuestras Iglesias particulares un estilo de vida sinodal”
- “Empeñarnos en el urgente reconocimiento de los ministerios eclesiales ya existentes en las comunidades”
- “Hacer efectiva en las comunidades que nos han sido confiadas el paso de una pastoral de visita a una pastoral de presencia”
- “Reconocer los servicios y la real diaconía de gran cantidad de mujeres que hoy dirigen comunidades en la Amazonía y buscar consolidarlas con un ministerio adecuado de mujeres animadoras de comunidad”.
- “Buscar nuevos caminos de acción pastoral en las ciudades donde actuamos, con el protagonismo de los laicos y los jóvenes”.
- “Asumir ante la avalancha del consumismo un estilo de vida alegremente sobrio, sencillo y solidario con los que poco o nada tienen; reducir la producción de basura y el uso de plásticos, favorecer la producción y comercialización de productos agroecológicos, utilizar el transporte público siempre que sea posible”.
- “Ponernos al lado de los que son perseguidos por su servicio profético de denuncia y reparación de injusticias, de defensa de la tierra y de los derechos de los pequeños, de acogida y apoyo a los migrantes y refugiados”.
- “Cultivar verdaderas amistades con los pobres, visitar a las personas más sencillas y a los enfermos, ejerciendo el ministerio de la escucha, del consuelo y del apoyo que traen aliento y renuevan la esperanza”.
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