El PP llevaba en su programa electoral la reforma de la ley del aborto. A casi tres años de su llega al gobierno, todo parece indicar que van a abortar la reforma. La excusa es la falta de consenso social. La realidad es que dentro del propio PP son muchos más los que han pedido que las cosas se dejen como están que los que están reclamando que se haga de una vez aquello que se prometió. Alguno dirá que también habían prometido rebajas de impuestos y los han subido, pero en el tema del aborto no cabe disculparse con la realidad de una situación económica incompatible con lo anunciado.
Por otra parte, la reforma dejaría las cosas prácticamente igual a como están. Se mantendría el coladero de la “excusa” -no es otra cosa- de las razones psicológicas de la madre para poder abortar, lo cual llevó a este país a sufrir cien mil abortos al año.
Ahora mismo en Moncloa y Génova -o sea, Rajoy y Rajoy- están calculando si sería peor para sus intereses el costo político de no ir adelante con una reforma aguada del aborto o de llevarla al parlamento y tener que ver como la izquierda se tira a la calle cual si estuviéramos ante otro chapapote del Prestige o un nuevo 11-M.
Desde ya les digo una cosa a los del PP. A nivel de votos, el tema del aborto no significa prácticamente nada. Es decir, debido a la muy insuficiente actuación por parte de la Iglesia en su tarea de iluminar la conciencia de sus fieles a nivel de acción política, no hay apenas católicos en este país que vayan a dejar de votar el PP por ese asunto. Tampoco creo que haya muchos votos de centro que prefieran votar al PSOE por una ley como la que anunció Gallardón. Eso sí, la movilización social de la izquierda daría la imagen de un PP contraria a la realidad. Parecería que el PP es provida cuando no lo ha sido, no lo es ni lo será jamás. A ello habría que añadir que se acusaría a los peperos de obedecer las consignas de los obispos, aunque todo el mundo sabe que eso no es así.
Si algo positivo puede esperarse de una futura retirada del anteproyecto de ley sería que el Tribunal Constitucional tendría que pronunciarse sobre la todavía vigente. No es que tenga muchas esperanzas en que ese tribunal politizado emita una sentencia decente a favor de la vida, pero lo mismo salta la sorpresa y los magistrados del TC deciden que el nasciturus no es un ser humano al que se pueda defender menos que a las crías de algunas especies animales, tal y como ocurre actualmente.
Conclusión. Puede que el PP decida usar su mayoría absoluta para imponer sus tesis sobre la elección de alcaldes y se la guarde en el cajón para defender, siquiera teóricamente, el derecho a la vida. Señal de hasta qué punto ha llegado la degradación moral de la derecha pagana y pseudoliberal que todavía gobierna España. Nadie se confunda. Esa degradación es exactamente la misma que sufre el propio votante tradicional de derechas, ese que se supone que va a Misa los domingos y días de precepto. El catolicismo en España empieza a no servir ni para impregnarse a sí mismo de los valores del evangelio. Mucho menos para impregnar al resto de la sociedad. Ayer el Papa dijo que los cristianos tienen el peligro de volverse mundanos. En cuanto a la actuación política -y es la política quien marca las leyes que no gobiernan- el catolicismo español es RADICALMENTE mundano. Y eso no va a cambiar en mucho tiempo, porque quienes pueden cambiarlo ni quieren -se vive más cómodo llevándose bien con la casta política- ni quizás sepan como hacerlo aunque quisieran.
Luis Fernando Pérez Bustamante
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