Por Francisco Xavier SÁNCHEZ |
El 17 de Mayo, el presidente de la República Mexicana, Enrique Peña Nieto anunció que promoverá dos iniciativas constitucionales. Primera que las parejas del mismo sexo puedan contraer matrimonio. Y segunda que también puedan adoptar hijos. Dos iniciativas propuestas a nivel nacional. Retomo algunos de mis comentarios que publiqué en este blog (en Agosto del 2010), con la misma temática, cuando la propuesta era sólo para el Distrito Federal.
Ante todo me parece que vamos de mal en peor en nuestro país. En el cual además de la corrupción política y de laimpunidad en la impartición de justicia, se viene añadir la dictadura de nuestros dirigentes. Aunque más bien sólo sale a flote porque ya existía. “Una dictadura perfecta”, como la calificó hace algunos años Mario Vargas Llosa: corrupción-impunidad-dictadura, trio diabólico que nos ha sumergido en la ignorancia, en la pobreza y en la sumisión desde hace más de 80 años con la fundación del PRI en 1929.
Antes de reflexionar sobre el hecho de considerar como matrimonio a la unión entre homosexuales/lesbianas y sobre la posibilidad de que puedan adoptar niños, comento lo siguiente: ¿Qué es lo que busca el Sr. Peña Nieto con estas dos iniciativas presidenciales? ¿No tenemos problemas más urgentes que resolver en nuestro país (políticos, económicos, de violencia, etc.) antes que estas dos iniciativas muy limitadas en su porcentaje de población? Podría tratarse de dos cosas: Primera desviar la atención a los verdaderos problemas que estamos viviendo (“caja china”). Segunda buscar dividir a la población (creyentes, no creyentes, políticos, familias, etc.). Ya decían los romanos “divide y vencerás”. Me parece que si es así, lo que debemos hacer es unirnos aún más rechazando estas propuestas que nos conciernen a todos; y segundo ésta unión la debemos mantener en los otros problemas que son más urgentes y prioritarios por resolver en México: la corrupción, la impunidad y la dictadura. Analizo las propuestas presidenciales.
Hay dos propuestas constitucionales que tienes que ser analizadas por separado. Primera: el deseo de dos personas del mismo sexo a vivir juntas y gozar de ciertos derechos como la unión patrimonial para obtener créditos bancarios, herencias y acceder al Seguro Social, entre otros beneficios que desean se les reconozcan. Segundo: Entre los diferentes derechos que solicitan está el de poder adoptar niños. Es aquí donde los derechos de los adultos –homosexuales– entran en conflicto con los derechos de los niños (terceros), a quienes no se les ha pedido su opinión y se quiere decidir sobre ellos.
- ¿Se puede llamar matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo? Me parece que no es cuestión únicamente del nombre que se dé a esta unión entre hombre-hombre o mujer-mujer. Sino sobre todo del significado profundo que encierra la palabra matrimonio. El tema de la homosexualidad es un tema complejo. En mi calidad de sacerdote he escuchado a homosexuales y lesbianas en confesión en varias partes del mundo (en particular en Paris, Ciudad de México y Brooklyn, Nueva York). Y al igual que en los heterosexuales encontramos una gran diversidad de comportamientos, en los homosexuales sucede lo mismo. Desde los exhibicionistas de la “Gay Pride”, hasta profesionistas, artistas y políticos, pasando por ministros de culto. Considero que la Iglesia católica no ha hecho lo suficiente por acompañar a estos hermanos nuestros que, por alguna u otra razón, manifiestan una orientación sexual diversa a la nuestra (heterosexual); y la mayor parte de las veces se ha limitado a condenarlos. Me parece también que en la homosexualidad (por mi experiencia de escucha ministerial) es más difícil lograr una pareja solida y estable, y muchos de ellos viven encuentros pasajeros y fortuitos que les causan sufrimiento y vacío emocional, aunque hay de todo. Por lo tanto, si un individuo –hombre o mujer– llega a encontrar una pareja de su mismo sexo, y los dos consideran que ésta unión les puede ayudar a crecer, considero que no hay nada que se los impida. El Estado deberá ayudarlos y asegurar sus derechos fundamentales.
Sin embargo a ésta unión no se le puede llamar matrimonio, ya que no cumple con los elementos esenciales del mismo. No se trata solamente de la procreación, sino también de la diferencia sexual necesaria en una pareja de esposos. Lo masculino y lo femenino (con todo lo que cada uno de estos rasgos implica) no son elementos accidentales en un matrimonio, sino que constituyen la diferencia esencial para buscar el equilibrio en la diferencia. Por lo tanto, considero que si dos personas del mismo sexo quieren compartir sus vidas tienen el derecho de hacerlo. Pero a esta unión el Estado no tiene por qué compararla con la unión de un hombre y una mujer. Se han malentendido y distorsionado los derechos humanos tomándolos como el “todo se vale”, “todo se puede”. Una cosa es la unión entre personas del mismo sexo y otra la unión entre un hombre y una mujer. Es solamente la segunda la que es la base y fundamento de la familia.
Con respecto a que parejas homosexuales puedan adoptar niños pienso lo siguiente: Nos encontramos ante una situación delicada que necesita reflexión y discernimiento. Elementos de análisis no siempre presentes en las grandes decisiones que toman nuestros gobernantes, que muchas veces carecen de formación ética y de simple sentido común. Y así, mientras la Declaración de los Derechos del niño, firmada por México en la ONU en 1959, dice en su Artículo 6: “Los niños, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, necesitan de amor y comprensión. Siempre que sea posible deberán crecer bajo el cuidado y responsabilidad de sus padres; salvo casos excepcionales, no deberá separarse al niño de corta edad de su madre. La sociedad y autoridades, tienen la obligación de cuidar especialmente a los niños sin familia o que carezcan de medios adecuados de subsistencia”; nuestro Señor presidente se ha levantado una mañana con su grandiosa idea de que las parejas homosexuales puedan adoptar, sin pensar en el bienestar y sano equilibrio de los niños.
- Por qué no es conveniente que parejas homosexuales adopten niños.
La llegada de un niño (biológicamente o por adopción) es uno de los acontecimientos más importantes y de mayor trascendencia en la vida de una pareja (hombre-mujer). No se puede decidir tener un niño por capricho, para “atrapar” al otro, o por soledad, etc. Un niño no es una mascota que venga a llenar nuestros vacíos afectivos o existenciales. Incluso si una pareja (heterosexual) que se ama –por diferentes razones– no está lista a la paternidad/maternidad, tendrán que esperarse para preparar el momento de su llegada.
Al inicio de mi reflexión comentaba que si una pareja de homosexuales deciden vivir juntos, el Estado deberá asegurarles la protección de sus Derechos fundamentales (Seguro Social, herencias, etc.). Sin embargo si ellos, por la razón que sea, están convencidos de su homosexualidad; me parece que entonces deben aceptar las consecuencias que esto implica. La misma naturaleza nos enseña que para la reproducción animal se necesita la diferencia sexual, el macho y la hembra. Y esto no es una cuestión solamente biológica, sino también psicológica, ética y formativa (sin mencionar la dimensión religiosa). Un niño puede tener mucho amor por parte de sus abuelitos, de sus tíos, etc., pero nada puede suplir el amor “diferenciado” que recibe por parte de su padre y de su madre. El mismo Freud, padre del psicoanálisis, ha hablado de la gran importancia que tiene la diferencia sexual de los padres en la formación y estructuración del niño/a. El complejo de Edipo supone la rivalidad de Edipo con su padre Layo y el deseo por su madre Yocasta.
Sin satanizar a las parejas de homosexuales/lesbianas considero que pueden aportar cariño a niños/as de parejas heterosexuales con los que ellos/as convivan (siendo sus tíos, primos, etc.) Sin embargo considero que no podrán nunca reemplazar las funciones de una pareja hombre-mujer, en la formación integral de un niño(a).
Por otra parte, me parece que el número de parejas homosexuales con el deseo de adoptar es mínimo. Prueba de ellos es que pocas semanas después de la aprobación de esta resolución en el DF en el 2010, no se había presentado ninguna pareja homosexual para solicitar la adopción de algún menor. Esto nos hace pensar lo siguiente: ¿El tema tan polémico de matrimonios homosexuales con posibilidad de adopción es una prioridad para nuestro Señor presidente? ¿Qué es lo que hay detrás de todo esto? Cada vez más cercanas las elecciones en ciertos estados, me parece que debemos de tener cuidado a ciertos temas propagandistas cuya finalidad es política electoral y no el bienestar o la dignidad del ser humano. Por otra parte conozco amigos casados (hombre-mujer), de excelente reputación, que han pasado por muchos trámites y burocracia para poder adoptar a un menor. Por lo tanto nos podemos preguntar ¿Es la cantidad de niños sin hogar lo que preocupa al Sr. Presidente? ¿Por qué no se tratan de agilizar más bien lo tramites de adopción de muchas parejas estables y solidas que esperan la posibilidad de adoptar un niño?
Publicar un comentario