Querida Lupita:
Falleció mi hijo, de cáncer, hace dos años, pero todavía no puedo sanar el dolor. No puedo perdonarme a mí misma. Me siento culpable por no haberme dado cuenta temprano de su padecimiento. Cambió su carácter, pero pensé que era por causa de la adolescencia, y que por eso no quería hacerse responsable. Yo no sabía qué estaba pasando realmente, hasta que fuimos al Médico y me dijo que era cáncer en el cerebro, Fase 4. Dios se lo llevó, y no logro recuperarme del dolor. Fui dura con él antes de saber su diagnóstico, y me arrepiento de haber sido así. No puedo perdonarme, pues siento que tuve la culpa. ¿Qué puedo hacer?
María H.
Hermana mía, María:
Te abrazo estrechamente en el Nombre de Jesús y de María.
Perder a un hijo es devastador para nuestras almas. Ante acontecimientos como éste, no podemos entender los designios de Dios, pero sí confiar en Él.
Si recordamos el pasado sólo para re-sentir, nos amargamos. Pero si lo recordamos para sanar, nos motivamos a amar.
Confía en que Dios nos ama a todos y que busca llamarnos a su lado en el mejor momento para nuestra salvación eterna. Todas las cosas están en Su control y no en el tuyo.
Te sientes culpable porque te centras demasiado en ti. Los mejores Directores Espirituales insisten en esta recomendación: No te mires a ti misma… Mira a Jesús.
No veas tu dolor o lo que consideras tu error… Ve a tu hijo: ¡él ya está en presencia de Dios! Nada mejor puede pasarnos. Piensa en él.
Te comparto estas acciones prácticas a llevar a cabo para que tu dolor se transforme en bendición:
•Repite todo el día: “Señor, en Ti confío”. A veces no comprendemos los caminos de Dios. La oración es y será siempre tu fortaleza y tu luz. Recuerda orar por tu hijo y por todas las benditas Ánimas del Purgatorio.
•Convierte tu dolor en amor. Dice un sabio refrán: Si tu día está amargo, sacúdelo un poco; a veces el azúcar está en el fondo. No te obsesiones con lo que consideras tus errores o tus culpas. Dios te comprende más que tú. Él te perdona con amor. Acepta Su perdón y dedícate a ayudar a otras familias que estén pasando por un sufrimiento semejante al tuyo.
•Acepta ser un ángel en la Tierra. Habla con otros padres de familia y diles que amen a sus hijos, que nosotros no sabemos cuánto tiempo los tendremos a nuestro lado, y que es absurdo discutir con ellos por cualquier cosa. Enséñales a dar lo mejor de sí a los suyos, y cuéntales cuánto duele perderlos. Hoy necesitamos reforzar la vida familiar.
•Sal al encuentro de los demás. Todos nos equivocamos, todos pecamos. Pero el Señor no se concentra en nuestros errores, sino en el Amor que nos brinda. ¡Tienes vida para amar, para entregarte a los demás! Ama a tu hijo en otros jóvenes que hoy necesitan una caricia. Hazlo en su nombre, por él y con él.
•Los Talleres de Oración, del padre Larrañaga, pueden ayudarte mucho. Pregunta en tu Parroquia por ellos.
•El Libro del padre Juan Rivas: Cómo obtener la paz del corazón, será muy útil para ti. Y tengo un CD: Del sufrimiento a la Paz, que también puede ser un bálsamo a tu dolor.
“Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman” (Rom. 8,28).
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