En las pequeñas mentes y un poco en todos nosotros, hay una serie de principios que, a veces, son total totalmente subconscientes. Aquí los voy a formular en toda su crudeza. Pero moran en nosotros de un modo disfrazado y atenuado, y no nos damos cuenta de que limpiados en la criba acaban formulados de esta manera:
Soy más sabio de lo que creo.
Puedo imponerme al que no piensa como yo.
Yo sí que sé lo que hay que hacer para arreglar los problemas de la Iglesia.
Yo lo solucionaría todo en seguida.
Aquí lo que hace falta es mano dura.
No sé cómo los demás no se dan cuenta de lo que yo veo con toda claridad.
Yo, yo, yo.
Permítaseme insistir, todos tenemos un poco de esto. Todos tenemos que darnos un golpe de pecho sincero y reconocer nuestras faltas. Ah, el mendigo es conocido por haber dado mucho dinero a las iglesias ortodoxas de la ciudad donde vive.
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