En un discurso que pronunció en el Vaticano este jueves 14 de octubre ante participantes en el Congreso de la Sociedad Italiana de Farmacéutica Hospitalaria, el Santo Padre recordó a los farmacéuticos que “vosotros estáis siempre al servicio de la vida humana”.
El Santo Padre les invitó a tener ese principio siempre muy presenta ya que “el farmacéutico, cada uno de vosotros, utiliza sustancias medicinales que, sin embargo, pueden convertirse en venenos. Aquí se trata de ejercer una vigilancia constante, para que el objetivo sea siempre la vida del paciente en su totalidad”.
Ese servicio a la vida humana puede requerir, “en algunos casos, la objeción de conciencia, que no es deslealtad, sino, por el contrario, fidelidad a vuestra profesión, si está válidamente motivada”.
“Hoy en día está algo de moda pensar si estaría bien eliminar la objeción de conciencia. Pero, pensad que ésta es la intimidad ética de todo profesional de la salud y esto nunca debe negociarse, es precisamente la responsabilidad última de los profesionales de la salud”.
El Pontífice argumentó que la objeción de conciencia “es también una denuncia de las injusticias cometidas contra la vida inocente e indefensa”.
En ese sentido, repitió una vez más su rechazo al aborto: “Sabéis que sobre esto soy muy claro: se trata de un homicidio y no es lícito hacerse cómplice”.
“Dicho esto, nuestro deber es la cercanía, nuestro deber positivo: estar cerca de las situaciones, especialmente de las mujeres, para que no se llegue a pensar en la solución del aborto, porque en realidad no es la solución. Después, la vida, pasados diez, veinte o treinta años te pasa la factura. Y hace falta estar en un confesonario para entender el precio, tan duro, de ello”, aseguró el Pontífice.
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