Misioneros de la Sagrada Familia celebraron junto al pastor de Santiago 75 años en Chile

La misa se desarrolló este lunes en la parroquia Santa Isabel de Hungría, en la comuna de Estación Central, en la que también participaron el provincial de Chile, padre Marek Burzawa; el párroco, padre Héctor Donoso; sus vicarios, los sacerdotes Juan Manuel Bustos y Santiago Handgraaf, y una gran cantidad de fieles de la parroquia y las capillas del sector.

El padre Héctor, 23 años de sacerdotes, es el más antiguo de los chilenos de su congregación, que está en Chile desde 1938, y en la que hay religiosos holandeses, polacos, brasileños e indonesios. “Estos años ha sido un ir creciendo junto los misioneros de la Sagrada Familia en la espiritualidad de la congregación, en el trabajo misionero con la gente, las familias, en los sectores populares y mucho con la participación de los laicos”, dijo. Agregó que “me siento feliz, contento, superando también situaciones de muerte, dolorosas en la vida religiosa”.


El Superior General de la congregación, el sacerdote polaco Edmundo Michalshi, señaló que el carisma de esta comunidad es la pastoral familiar, la pastoral vocacional y las misiones. “Son tres apostolados nuestros que forman parte de nuestro trabajo”, indicó. La congregación, presente en 22 países, fue fundada en Holanda en 1895. Actualmente está en tres parroquias en Santiago, una en Coquimbo, otra en Longaví y otra en Hornopirén. El padre Edmundo señaló que la familia representa hoy un fuerte desafío en todo el mundo, que está muy presente en el corazón del Papa Francisco.


Los Misioneros de la Sagrada Familia comienzan este martes un capítulo electivo, en el que, además de elegir un nuevo provincial, analizarán su trabajo en el país. El padre Marek Burzawa, por su parte, precisó que en Chile hay 22 sacerdotes, tres hermanos y un seminarista. Respecto del trabajo de los misioneros de la Sagrada Familia en estos 75 años, precisó que han pasado por diversos momentos. “Los padres llegaron principalmente para trabajar en las parroquias, para responder a las necesidades de los obispos, y luego empezaron a desarrollar la pastoral vocacional y después el trabajo con las familias, además de otros aportes”.


Miguel Escanilla, diácono permanente desde hace 14 años en una capilla de la parroquia Santa Isabel de Hungría, viudo, cuatro hijos y diez nietos, califica de “excelente” la labor pastoral de los misioneros, en especial la creación de capillas, que, en el caso de San Francisco de los Pajaritos, debió convertirse en parroquia, debido a su crecimiento.


Jesucristo, la única esperanza que no defrauda

En su homilía, monseñor Ricardo Ezzati reconoció y agradeció toda la labor pastoral realizada por estos misioneros en estos 75 años en Chile, que calificó como “un regalo muy peculiar del Señor”. Indicó que ha conocido esta labor “en muchas comunidades cristianas en sectores populares, en la atención a niños y jóvenes desvalidos, siempre dispuestos a trabajar con mucha generosidad para que el Reino de Dios se manifieste en medio de nuestra realidad humana”. También resaltó el espíritu eclesial que anima a los religiosos en su labor misionera en las parroquias.


Respecto de este tiempo de Adviento, el pastor destacó la actitud de espera a que nos llama la liturgia. “¿Quién no espera que el mañana sea mejor que el día de hoy, que la situación del país sea mejor?”, preguntó. Dijo que en el receinte saludo del Comité Permanente a la Presidenta electa conversaron de las tantas expectativas que hay en los chilenos. Pero, dijo monseñor Ezzati, “muchas veces esa espera se llena con esperanzas efímeras, que no tienen horizontes de infinito; se llenan con esperanzas que satisfacen el propio yo olvidando a los demás”. Añadió que da la impresión que esas esperanzas se basan “solamente en el progreso material o económico o en el progreso de algunos derechos fundamentales de la vida humana. Y tarde o temprano nos damos cuenta cómo el llenar esa espera con esperanzas fútiles, que no tienen trascendencia, se vuelve ocasión de decepción, de amargura, de descontento”.


Afirmó el Arzobispo de Santiago que el tiempo de Adviento nos muestra que el error está en no poner la esperanza en Jesucristo. “La comunidad cristiana sabe por experiencia que el único que puede llenar de esperanza verdadera el corazón de cada persona y de la humanidad entera, el único que puede saciar el hambre y la sed de realización de la vida humana es Jesucristo, el Señor”.


Finalmente, el pastor enfatizó en la importancia de participar en la Misión Territorial que se realizará el próximo año en la arquidiócesis, para llevar a las periferias esta esperanza cristiana, “para mirar hacia afuera, hacia aquellos que se han alejado”.


Fuente: Departamento de Comunicaciones www.iglesiadesantiago.cl



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