EDITORIAL

Piedras que hablan, cuando las gentes callan

En Guadalajara y en muchos pueblos, lo mismo que en ciudades medias, existen monumentos históricos, pequeños y grandes. de cantera labrada. Hay ahí esfuerzos de tiempos cercanos y lejanos, de artistas anónimos, artesanos de la piedra noble que muestran, a través de los siglos, imágenes que han hablado y siguen comunicándose en muchas generaciones.
A los jóvenes de hoy pareciera que, entre las prisas de los traslados, con una arquitectura poco amigable y el acoso de la tecnología futurista, el pasado viene a ser una huella que para ellos es un lenguaje extraño. La piedra labrada, siendo estática, posee un lenguaje singular, ajeno al vértigo y abundancia de las comunicaciones actuales. Y, sin embargo, ofrece una elocuencia puntual; basta con mirarle detenidamente.
La Iglesia venida de lejos no sabía del léxico de las gentes del Nuevo Mundo, pero pronto encontró caminos para llegar al corazón de los creyentes; el arte, las pinturas, las piedras y el revestimiento de toneladas de canteras, que aún cuentan historias desde los altares, ventanales y torres.
La cultura y la sabiduría del presente mantienen una deuda hacia el pasado: aprender a leer páginas hermosas del Evangelio Hay tradiciones milenarias de la Fe sencilla en un lenguaje visual que brota de la contemplación de canteras, frisos, capiteles, cúpulas.
Ayuda -y mucho- la guía de los expertos, historiadores, maestros del arte, y hasta la simplicidad de un guía turístico medianamente ilustrado, para aguijonear el corazón en la “sonoridad” de las piedras de los templos. Hay edificios señoriales que asombran más a los visitantes que a quienes aquí vivimos, asfixiados en un mundo de prisas y locuacidades controversiales.
Para la Evangelización, las prédicas pastorales se desnudaron del habla científico de los dogmas y habló y rezó mirando las construcciones. Este lenguaje que se aprende dejando que el alma se asombre. Con sólo mirar, la gente amaciza su Fe, ayudada de la hermosura de los recintos. Así brotó de una forma natural la oración. La Fe siempre fue conciliadora como las piedras, y ornamentada por los cánticos y oraciones que salían de la boca de los sencillos.
En días recientes, el Museo de Arte Sacro de la Catedral de Guadalajara, fue la sede de la Conferencia inaugural de la Exposición “Y la piedra se volvió oración”, del Fotógrafo Alberto Gómez Barbosa. En sus fotografías minuciosas de las piedras, destaca un pasado esculpido en piedra, viniendo a ser un lenguaje que necesita interlocutores. Esta muestra captura fachadas, nichos y esculturas de arte religioso que se encuentran en los templos coloniales de nuestra ciudad. Así nació el lenguaje religioso de las pinturas, piedras de los templos, fachadas, los pequeños símbolos en ventanales y cornisas.
Un destacado Historiador, el Padre Armando González Escoto, afirma que, desde siglos, los Misioneros entre los indígenas, para evangelizar, hacían dominante el culto de las imágenes del Señor Crucificado, de La Inmaculada Concepción. Los Padres Fundadores del Occidente de México dejaron incontables huellas de las Catequesis a través de las piedras. La historia de la Fe de esta Iglesia particular tapatía se labró en cantera y consta su eficacia para los siglos. Las moles de monumentos de la Ciudad hablan de anécdotas llenas de Fe, que se leen y se repiten todos los días.

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