En su discurso, Francisco recordó que Cristo pide de sus discípulos “el compromiso de un amor concreto por cada ser humano, con una opción preferencial por los pobres”. En ese sentido, dijo que Cáritas enfrenta la difícil tarea de ser estímulo para que “toda la comunidad crezca en la caridad y encuentre caminos siempre nuevos para acercarse a los más pobres, capaz de leer y enfrentarse a las situaciones que oprimen a millones de hermanos, en Italia y en el mundo”.
El Pontífice destacó el voluntariado que Cáritas promueve y alentó a trabajar por una legislación en favor del bien común y de la protección de los grupos más vulnerables. “El Señor sale a nuestro encuentro en los rostros y las historias de los hermanos y hermanas más necesitados”, afirmó.
“Está a la puerta de nuestro corazón, de nuestras comunidades y espera a que alguien responda a su ‘llamar’ discreto y persistente: espera la caridad, es decir la ‘caricia’ misericordiosa del Señor, a través de la ‘mano’ de su Iglesia. Una caricia que exprese la ternura, la cercanía del Padre”, añadió.
Además, dijo que ante “los desafíos globales que siembran miedo, iniquidad, especulación financiera -incluso sobre los alimentos-, degradación ambiental y guerra, es necesario, junto con el trabajo diario sobre el territorio esforzarse para educar al encuentro respetuoso y fraternal entre culturas y civilizaciones y al cuidado de la creación”.
“Que su orgullo sea siempre la voluntad de individualizar las causas de la pobreza, para intentar removerlas: el esfuerzo de prevenir la exclusión, de incidir en los mecanismos que generan la injusticia, de operar en contra de cualquier estructura de pecado. Se trata de educar a los individuos y a los grupos a estilos de vida conscientes, para que todos se sientan responsables de todos”, afirmó.
Asimismo, señaló que “el fenómeno de la migración, que hoy presenta aspectos críticos que deben administrarse con políticas orgánicas y de amplios horizontes, es siempre una riqueza y un recurso, desde diferentes puntos de vista. Y por eso es precioso su trabajo que junto con el enfoque solidario tiende a privilegiar las opciones que favorezcan una mayor integración entre las poblaciones extranjeras y los ciudadanos”.
Sobre la familia, dijo que esta “es constitucionalmente ‘Cáritas’, porque Dios mismo la hizo así: el alma de la familia y su misión es el amor. Ese amor misericordioso que -como recordé en la exhortación apostólica Amoris Laetitia- sabe acompañar, discernir e integrar las situaciones de fragilidad”.
“Las respuestas más completas a muchos malestares las pueden dar las mismas familias que, superando la tentación de la solidaridad ‘corta’ y episódica, aunque a veces necesaria, deciden colaborar entre sí y con todos los demás servicios de solidaridad del territorio, ofreciendo los recursos de su disponibilidad diaria”, indicó.
Al culminar su discurso, el Santo Padre alentó a Cáritas Italia para que “en el mundo actual, complejo e interconectado, su misericordia sea atenta e informada, concreta y competente… pero también comunitaria; creíble en virtud de una coherencia que es testimonio evangélico...abierta a todos, atenta a la hora de invitar a los pequeños y los pobres del mundo a tomar parte activa en la comunidad. Porque los pobres son la propuesta fuerte que Dios hace a nuestra Iglesia para que pueda crecer en el amor y la fidelidad”.
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