Por Mónica Muñoz |
Estamos en la segunda semana de vacaciones para los niños y jóvenes estudiantes. Se trata de un receso escolar en el que pueden realizarse muchas actividades para que el descanso se convierta en tiempo aprovechado y no en tiempo perdido.
Y es que sucede que muchas mamás no saben qué hacer con sus niños una vez que se suspenden las clases, lo que ocasiona que los pequeños pasen demasiado tiempo frente a la televisión o dispositivos móviles.
Para evitar esta situación, es aconsejable organizar actividades en las que se involucre a los niños, desde repartir labores en el hogar, lo cual es muy saludable porque comienzan a ser responsables con sus cosas y personas, hasta realizar caminatas por algún parque cercano, realizar partidas de juegos de mesa, hacer un día de campo, recorrer el centro de nuestra ciudad buscando lugares que conocemos poco, en fin, lo que la creatividad sugiera, pensando sobre todo en que no se necesita hacer grandes gastos para entretenerlos y representa una gran oportunidad para convivir y afianzar los lazos familiares.
Respecto a este punto, deseo hacer hincapié, porque resulta que papá y mamá muchas veces desperdician estas ocasiones en las que bien pueden conocer mejor a sus hijos y fomentar la confianza entre ellos. Pensemos solamente en que el tiempo invertido con sus vástagos equivale a sembrar en ellos una valiosa lección de amor. Si no, hagamos memoria: ¿qué recuerdos bonitos tenemos de nuestra infancia? Casi estoy segura que muchos pensarán en momentos pasados con sus padres, por ejemplo cuando los llevaban al parque o les contaban historias.
Porque es en la casa donde los hijos aprenden a ser personas de bien, por lo mismo es importante que los padres de familia procuren dialogar con sus hijos siempre. Y más en los descansos vacacionales. Es triste enterarnos de que una familia, en lugar de sentirse contenta porque tendrá la oportunidad de estar junta un día de asueto, preferiría trabajar porque no se llevan bien entre ellos.
Por supuesto que estrechar la relación entre los miembros de la familia implica esfuerzo y dedicación, más cuando los hijos tienen dificultad para compartir lo que sienten con sus padres y hermanos. Para ello, los papás deben entender que cada uno de sus hijos es diferente y tiene su propia personalidad, por lo que deben darles un trato distinto, aprovechando sus cualidades y ayudándolos a descubrir sus puntos fuertes.
Por ejemplo, si uno de los chicos es bueno con las matemáticas, puede encargarse de hacer las cuentas del gasto diario, apoyando así la administración del hogar. Si otro siente gusto por la cocina, puede pedírsele ayuda en la preparación de los alimentos. A lo mejor alguno tiene especial inclinación por el deporte, puede encargarse de organizar partidos con sus hermanos y vecinos, lo importante es motivarlos y estar con ellos, porque no solo se trata de tenerlos activos, sino de apoyarlos a buscar alternativas que enriquezcan su conocimiento y los anime a compartir más tiempo con su familia.
Hagamos divertidas las vacaciones y aprovechemos la semana que nos queda de descanso para que los niños, adolescentes y jóvenes que dependen de nosotros se sientan amados e integrados a su familia, conviviendo con ellos y construyendo momentos inolvidables.
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