Tercera Obra de Misericordia: Dar posada al peregrino
“Fui forastero, y me recibiste”
Porque la pobreza que viven nuestro país y toda América Latina es alarmante, tenemos la responsabilidad de responder a las necesidades que este fenómeno presenta, como la migración y la gente en situación de calle. Y la Iglesia, como Madre, no puede quedarse indiferente.
Pbro. Juan Javier Padilla Cervantes
Dar posada al peregrino, al extranjero, al migrante, es acoger al extraño, es hacer espacio en nuestro mundo seguro y estable a quien necesita ayuda; es ofrecer protección a quienes se ven amenazados, arriesgando con ello nuestra propia comodidad, compartiendo nuestro bienestar y, por lo tanto, perdiendo un poco esa tranquilidad para nosotros mismos, y hacerlo con alegría externa e interna.
EL ROSTRO DESPROTEGIDO DE DIOS
Nuestra tradición cristiana nos enseña que somos “hijos de un arameo errante” (Dt 26,5). Abraham, padre de las tres grandes Religiones monoteístas, acogió a los forasteros (Cfr. Gn 18,2-7). En la Sagrada Escritura hay una sacralización del migrante, que culmina en la Encarnación: en Cristo somos hermanos-prójimos, y no extranjeros. Con la hospitalidad se hace memoria de “que extranjeros fuísteis en el país de Egipto” (Ex 22,20; 23,9; Dt 10,17-19). Los Evangelios, especialmente el de San Lucas, considerado el “Evangelio de la Misericordia”, narra diversos episodios con personas que recibieron a Jesús peregrino. Así, vemos el encuentro con Zaqueo: “Baja pronto, porque conviene que hoy me quede Yo en tu casa (Cf. Lc 19-5-7). También contemplamos el episodio con Marta y María, hermanas de su amigo Lázaro. “Yendo ellos de camino, entró en un pueblo, y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa (Lc 10, 38-39).
Estamos llamados a dar posada al peregrino. “Acoger al otro es acoger a Dios en persona” -escribió el Papa Francisco en su Mensaje con motivo de la Jornada Mundial del Migrante 2016-. Cristo nos enseñó a ser peregrinos y, al mismo tiempo, nos invita a ser buenos anfitriones. El peregrino o migrante “tiene necesidad de ser acogido y tratado con amor, en nombre del Dios que lo ama”.
El peregrino ya no es una figura lejana, sino que está cada vez más presente en las calles de nuestras ciudades. El Santo Padre ha señalado que, si miramos con indiferencia el doloroso viaje de estas familias, es que “hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna”.
Casa de Misericordia
Si el migrante no es tu hermano, entonces Dios no es tu Padre
Texto: Dulce Natalia Romero Cruz
Fotos: Jorge Hernández y D.N.R.C.
Por migración se entiende “los desplazamientos de personas que tienen como intención un cambio de residencia desde un lugar de origen a otro de destino, atravesando algún límite geográfico que generalmente es una división político-administrativa” (Ruiz García, Aída, 2002). Por eso, es considerado como un proceso de movilidad espacial y social que sigue la población para mejorar sus condiciones de vida, aunque en la realidad, muchas veces, no sea así.
Desde hace 15 años ha aumentado el flujo de migrantes indocumentados a nuestro país, provenientes, principalmente, de Guatemala, Honduras y El Salvador, quienes se internan por la Frontera Sur (Guatemala-México) con el objetivo de cruzar el territorio nacional y llegar a Estados Unidos. Aquí se enfrentan a muchas violaciones de sus Derechos Humanos, pero también, y haciendo referencia a la Obra de Misericordia “Dar posada al peregrino”, por lo menos hay 30 Instituciones, según la Fundación para la Justicia y Estado Democrático de Derecho, que ofrecen apoyo (hospedaje, alimentación, descanso) a los migrantes en todo nuestro suelo nacional, desde la Frontera Sur hasta la del Norte.
EN GUADALAJARA
En nuestra Arquidiócesis contamos con la Casa del Migrante “El Refugio”, que acoge entre 10 y 15 personas diariamente; es decir, alrededor de 450 al mes. Como refugio para indocumentados, tiene cuatro años, pero se les alberga desde diciembre de 2011, cuando funcionaba como Casa de Rehabilitación para Drogadictos. Llegaban ahí, debido a que, al bajarse del tren, en la Colonia Las Pintas, la gente los enviaba para que les dieran alimento y alojamiento. Actualmente ya no funciona para rehabilitación, pero quien desea dejar sus vicios es canalizado a la Casa del Padre Jesús Madrid Torres, de la Parroquia El Señor del Perdón.
Esta obra la comenzó el Pbro. Alberto Ruiz Pérez, Párroco desde hace 13 años de Nuestra Señora del Refugio, en el Cerro del Cuatro, y quien también forma parte de la Comisión Diocesana de Arte Sacro. Él, después de ver que en la Casa había más migrantes que jóvenes que querían rehabilitarse, le cambió el giro y comenzó a formar un Equipo para atender el Albergue (son 10 personas las que están de planta). También atienden un Comedor Parroquial que ofrece desayuno, comida y cena a entre 80 y 100 niños y a 40 ancianos, diariamente, además de los inmigrantes, que son un numero variable.
La Casa cuenta con 50 camas, pero tiene capacidad para recibir y atender a más viajeros. Se les ofrece comida, hospedaje (baño, ropa, lavadoras, cobijas) y medicinas.
“Hemos hecho un Equipo multidisciplinario de hombres y mujeres, Consagrados y Laicos. Como Vicario colabora el Padre Esvin Marroquín, Religioso Scalabriniano de origen guatemalteco, que ha reforzado mucho el trabajo”, mencionó el Padre Alberto Ruiz.
Es una obra que me llena del Amor de Dios y de alegría, porque estamos haciendo la Voluntad del Señor; porque Él está en el que sufre. Si como Sacerdotes no somos capaces de tener Misericordia, no podemos dar a conocer el Rostro amoroso del Padre.
SU SER
En la Casa hay una imagen de Fray Juan Bautista Scalabrini, Misionero italiano que fundó la Congregación de los Misioneros de San Carlos (Scalabrinianos).
“Como mi carisma es el de ser Pastor, he tomado algunos Cursos con los Scalabrinianos para poder atender este sector de la población, y hacerlo bien. En febrero de 2012 les pedí a los Hermanos de San Carlos que nos dieran un Retiro acerca del sentido cristiano de la ayuda al migrante, y ése fue mi primer contacto con ellos. De ahí en adelante, hemos tenido una relación muy cercana: nos dan Asesoría, Talleres, y vienen los Seminaristas dos veces por semana. Podemos decir que el carisma de esta Casa es Scalabriniano”, reconoció el Párroco.
El Refugio se sostiene con el apoyo económico de la Comunidad (incluyendo el del Movimiento Familiar Cristiano, que se organiza para que las familias ofrezcan la cena), y de otras Parroquias (Santa Rosa de Lima, San Alfonso María de Ligorio, San Pablo Las Fuentes, San Jorge Mártir, Santa Clara de Asís; Cáritas). Además, hay personas que ayudan constantemente como también quienes lo hacen eventualmente. El entrevistado dijo que “es una obra de todos. El Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo, la bendijo, y desde entonces está al pendiente. La Arquidiócesis de Guadalajara, por medio de este Albergue, da una respuesta humilde y sencilla a esta gran necesidad. La idea es que se logre consolidar y después se multiplique; es decir, que otras Parroquias de la Diócesis cuenten con una Casa del Migrante, porque, como Sacerdotes, debemos cumplir nuestra misión de ayudar a nuestros hermanos”.
Nos compartió, el Padre Ruiz Pérez, que nunca pensó trabajar con indocumentados, porque él, además de haber recibido el Orden Sacerdotal, tiene la profesión de Arquitecto: “Estudié Arquitectura antes de entrar al Seminario por obediencia a mi padre, por lo que desde siempre he estado en la Comisión de Arte Sacro, primero con Monseñor Rafael Uribe Pérez (constructor y primer Capellán de Nuestra Señora del Refugio, en el Cerro del Cuatro), y por él llegué a esta zona. Siento que Dios me habló y se hizo presente en mi vida a través de los migrantes. Comencé a ver el Rostro de Jesucristo sufriente en cada uno de ellos”.
TESTIMONIOS
JOSÉ CARMELO DUBÓN PEÑA,
28 AÑOS DE EDAD, HONDUREÑO
Salió desde hace un mes de su casa, y su meta es ir a trabajar a Estados Unidos. Para salir de Honduras y atravesar Guatemala tomó camión; en México ha usado el tren y también ha tenido que caminar.
“La economía está muy difícil en Honduras, y es por eso que decidí salir de mi casa. Tuve que trabajar dos meses para ahorrar dinero.
“Lo más difícil ha sido lo que le pasó a mi hermano, que la semana pasada se cayó del tren y le amputaron una pierna. Él va a tener que regresarse; aquí estará en la Casa del Migrante hasta que se recupere y le entreguen su prótesis. Yo tengo que quedarme a cuidarlo y después continúo mi camino al gabacho. Creo que el hecho de que mi hermano haya sobrevivido a este accidente es un milagro de Dios.
“Me siento muy bien aquí en esta Casa. Estamos muy agradecidos con el Padre Alberto y con toda la gente de aquí, que nos tratan como si fuéramos su familia”.
A José, su esposa lo espera en Honduras, a donde él tiene planeado regresar en dos años, después de ahorrar dinero en el país del Norte.
CARLOS ANDRÉS CHÁVEZ REYES,
35 AÑOS DE EDAD,
HONDUREÑO
Lleva 12 días en el Albergue, y salió de su casa desde hace dos meses; va a Miami, Florida, Estados Unidos, donde quiere trabajar sólo unos años y regresarse a casa.
“Ha sido muy pesado, pues para poder llegar aquí he caminado tres días completos. El paso por México se vuelve un poquito menos pesado, por las casas en que nos ofrecen ayuda. He pasado malos ratos, principalmente cuando se tiene que huír de la Migra. Me pasó tanto en la Frontera de México como en Veracruz. Tuve que trabajar un tiempo para venirme para acá y también he laborado en el camino de ayudante de albañil. Aquí en esta Casa me han tratado muy bien y también uno ayuda en lo que se puede. Ahorita ya quiero irme. Es la segunda vez que intento pasar, pero ahora he tenido un mejor trayecto”.
Carlos va por la ruta equivocada: se vino a Guadalajara porque le dijeron que aquí podía comunicarse con su hermano, quien le mandará dinero para retomar la ruta.
ALGUNOS DATOS
-El 80% de los itinerantes que arriban al Refugio son hondureños. Honduras se ha vuelto un país muy inseguro y sin trabajo. Tiene problemas económicos, de crimen organizado, violencia, vicios.
-Anteriormente, del total de emigrantes que llegaban a la Casa, el 20% lo conformaban mujeres y niños. Ahora ha disminuido, debido a los acuerdos que hicieron los Gobiernos de México y Guatemala, uno de cuyos puntos era arreglar las vías del tren, que ahora va más rápido. En consecuencia, ellas tienen que pagar transporte para llegar a Estados Unidos, y ya no pueden subirse al tren con sus hijos.
UBICACIÓN
La Casa del Migrante está ubicada en Calle Constitución 350, frente al Templo del Refugio, Colonia Cerro del Cuatro, esquina con Melchor Ocampo, a 500 metros de las vías, frente a Cemex y a un lado de la Colonia Miravalle. Tels. 3675-1475 y 3672-2346. Se abre desde las 6 horas y hasta la media noche.
Amparo para los “invisibles”
Una Iglesia sin obras de Misericordia no puede cumplir su Misión
Dulce Natalia Romero Cruz
Con base en datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), viven 11.7 millones de mexicanos en pobreza extrema, siendo éste uno de los detonantes para que haya tanta gente en situación de calle, lo cual significa que gran parte de esa población no cuenta con acceso a la Educación, servicios de Salud, Vivienda digna, Seguridad Social ni alimentación sana. Además, están expuestos a la violencia, explotación sexual y laboral, y son susceptibles al consumo de sustancias psicotrópicas.
Una de las respuestas que da la Iglesia en este Año de la Misericordia es al abrir el Albergue “Ángeles y Serafines Buenaventura, A.C.”, que nació por iniciativa de Sor Teodora Gómez Regla, Misionera Capuchina del Trabajo, y es apoyada por el Pbro. Francisco Javier Huerta Orozco, Capellán de Nuestra Señora de Belén y San Miguel Arcángel, y por José Antonio González, Laico.
EL PAPA FRANCISCO, SU IMPULSO
“Escuchando las palabras del Papa Francisco, de salir a los alrededores y ayudar a la gente que está en esas periferias existenciales, y mirando las necesidades de la población de esta zona del Hospital Civil Viejo, a Sor Teodora le nació la idea de habilitar un lugar para que esas personas, algunas, pudieran quedarse a descansar y a asearse, sin más pretensión que eso. Ella y un Laico maduraron la idea y me invitaron a ser parte de esto”, relató el Padre Huerta Orozco.
También comentó que fue un proyecto que se empezó a consolidar desde hace dos años, cuando se comenzaron los trámites: “Iniciamos sin recursos, más que con los personales; se le tuvo que pagar a un Abogado para que hiciera una Acta Constitutiva, el papeleo, la adaptación de la Casa, permiso de Protección Civil. Poco a poco se le fue dando forma a la idea, y Cáritas Diocesana nos apoyó. Por parte del IJAS se proporcionaron 50 mil pesos, y fue cuando se retomó la idea. El 2 de octubre, Fiesta de los Santos Ángeles, se ofició la Misa de Bendición e Inauguración, que presidió Mons. Miguel Romano Gómez, Obispo Auxiliar Emérito, pero desde febrero se abrió de manera constante al público en general”.
Aunque la idea fue sólo dar hospedaje y un lugar para asearse, gente de buena voluntad que ha conocido el lugar se ha comprometido a llevar cena, no solamente para los que se quedan, sino también para los que no alcanzan hospedaje.
La Casa se sostiene con la solidaridad de las personas que ofrecen donativos, tanto económicos como en especie (artículos de limpieza, ropa, cosas hasta para vender), pero la mayoría de los recursos que se usan son de Sor Teodora y su familia.
UNA PUERTA QUE SE ABRE
Dicho refugio fue creado para gente en situación de calle o que por alguna razón, principalmente de trabajo, tuvo que dejar su casa; algunos emigran de otros Estados y vienen a buscar empleo a la Ciudad. Nos comentaron que en un principio sólo llegaban 6 ó 10 personas a dormir, cuando la Casa tiene una capacidad para recibir a 42 personas, y ahora hay quienes han tendido que quedarse afuera. El Capellán de Nuestra Señora de Belén aseguró que han tenido más experiencias buenas que malas. Entre las pocas negativas, ha pasado que se llevan algunas cosas (café, azúcar, canela, herramientas).
Para evitar percances, cuando los viajeros llegan a “Ángeles y Serafines”, tienen que dejar sus pertenencias en una Paquetería; se les da una ficha, y al día siguiente se le entregan sus cosas, con tal de evitar el riesgo de que introduzcan drogas o armas.
Se les pide una cooperación de 10 pesos, que no siempre ni todos pueden pagar; pero, de todas maneras, se quedan. De los que están trabajando, dan una cooperación a la semana. Con este dinero se incentiva a las personas para que pueda seguirse brindando el hospedaje, pagando los servicios de agua, luz y aseo. José Antonio González, Laico, es quien apoya para recibir a los peregrinos y revisarles sus cosas, y hay quienes ofrecen su trabajo voluntario para apoyar en el mantenimiento.
También se pretende canalizar a las personas que necesiten terapias: psicológica (mujeres violentadas); para curar alguna adicción, o de cualquier otra situación de salud, así como de asesoría legal. Hay apertura para ofrecer el apoyo de derivarlos a los servicios que en otras Parroquias se han estado implementando, en respuesta al Año de la Misericordia.
AÑO DE LA MISERICORDIA
Para el refugio para personas en situación de calle “Ángeles y Serafines Buenaventura A.C.”, este Año Jubilar significó un comienzo, pues refrescó la idea del Albergue: “Este tiempo nos apremia o nos urge a responder al llamado del Papa Francisco, que a través de sus acciones nos invita a imitarlo. Sabemos que por medio de una persona que él tiene encargada, da donativos a los pobres; que ha hecho posible que algunas familias de refugiados puedan tener un techo en Roma; que ha creado algunos Albergues. Y viendo eso, nos apresuramos a dar respuesta.
“Quiero invitar a la gente para que entienda que las Obras de Misericordia no son exclusivas de los Consagrados (Religiosos, Religiosas y Sacerdotes), sino que es algo que nos interpela a todos, tengamos o no tengamos Fe. El hacer el Bien está muy definido en nuestro corazón como una Ley Natural que nos incita a hacer el Bien y evitar el Mal. Si alguien está interesado en apoyar esta obra, será bien recibido”, finalizó diciendo el Pbro. Francisco Huerta.
UBICACIÓN
Calle Manuel Acuña 358, casi esquina con Avenida Fray Antonio Alcalde, Sector Hidalgo, Zona Centro. Es exclusivamente para personas en situación de calle. En un futuro, queremos usarlo para ofrecer Talleres o atención psicológica u otro tipo de apoyo que pueda hacer bien a estas personas.
Pueden dirigirse al Padre Francisco Huerta, a la Madre Teodora o a José Antonio González. Más informes, también en el Templo de Nuestra Señora de Belén (Calle Hospital 290-B, Colonia Alcalde Barranquitas). Tel. 3614-6109.
TIPOS DE DONATIVOS QUE RECIBEN
-Ropa (para hombres: pantalones, camisas, zapatos, ropa interior)
-Artículos de limpieza de hogar
-Alimentos no perecederos
-Artículos de uso personal (toallas, ropa de cama, jabón, etc.)
-Económicos.
UNA ACCIÓN MÁS
También el Templo de Nuestra Señora de Belén apoya al Albergue del Buen Samaritano, el cual ofrece alojamiento a familiares de pacientes del Hospital Civil Viejo que están en etapa de recuperación, generalmente personas que vienen de fuera de la Zona Metropolitana de Guadalajara o de otros Estados. Además de brindarles techo, cama, lugar para aseo, también se les ofrecen alimentos y un espacio para que laven su ropa. Se recibe a hombres, mujeres y niños; tiene capacidad para acoger a 90 personas. Es una obra que comenzó el Padre Agustín Ortega desde hace 30 años. Esta ubicado en Calle Belén, casi esquina con la de Guillermo Prieto, frente al antiguo SEMEFO.
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