La mañana del 29 de junio tres mil profesionales de la salud, junto a personas que rechazan el proyecto de aborto, realizaron el “Abrazo simbólico al Hospital Rawson”, en la provincia de San Juan de Cuyo (Argentina).
A las 11:00 a.m. (hora local), el lugar donde se erige el monumento al doctor Guillermo Rawson, recordado por sus obras a favor de la salud pública, se fue llenando de profesionales de distintas asociaciones médicas de la provincia, estudiantes de medicina, enfermeros y abogados por la vida.
En un pronunciamiento rechazaron que el proyecto criminalice al profesional que no está de acuerdo con el aborto, práctica que amenaza el juramento hipocrático que llama a preservar y proteger la vida desde el momento de la concepción.
Los profesionales médicos recordaron que en 2007 se realizó el mismo gesto “cuando se intentó aprobar el aborto de personas producto de una violación. En ese momento se hicieron 43 objeciones de conciencia por parte de los profesionales sanjuaninos”.
Una de las participantes, la doctora Luz Pascual de la sección Infanto-Juvenil del Hospital Rawson, recordó que la labor de los médicos es “salvar las dos vidas”, y destacó la valentía de muchas jóvenes embarazadas que “luchan por la vida”.
Por su parte, la ginecóloga Daniela Zaldívar expresó que el proyecto “prohíbe la objeción basada en el ideario funcional” y “puede llevar a severas condenas de cárcel si nos negamos a realizar los abortos. Miles de pacientes nos eligen a diario para darnos lo más preciado que tienen sus personas y familias. Nosotros queremos elegir cómo cuidar a nuestros pacientes”.
También manifestaron su apoyo a los senadores sanjuaninos que han demostrado votar por la vida (ACI).
El Arzobispo de Managua, Cardenal Leopoldo Brenes, cree que el conflicto abierto en Nicaragua desde hace ya dos meses llegaría a su final con un verdadero diálogo y escuchando la voz del pueblo que pide un adelanto electoral.
El purpurado permaneció varios días en Roma con motivo del Consistorio en el que el Papa Francisco creó 14 nuevos Cardenales, pero también para encontrarse en privado con el Pontífice e informarle de la situación en la que se encuentra el país y que ha causado ya más de 300 muertos.
“Los Obispos hemos dicho: “¡ni un muerto más!”, y sin embargo siguen. La voz profética de los obispos en muchas ocasiones no ha sido escuchada, pero seguiremos insistiendo. Un muerto, dos muertos, tres muertos y ahora ya vamos por 300 muertos. Yo siempre digo que detrás de cada nicaragüense que muere hay un dolor mucho más amplio”, dijo en entrevista.
Sobre la relación del episcopado nicaragüense con el gobierno de Daniel Ortega, explicó que “es de nosotros pastores con un gobernante al que hemos dicho que no somos enemigos, y no queremos que nos vean como enemigos. Como pastores estamos apoyando una causa común. Como Obispos no queremos formar un partido político, ninguno aspira a ser presidente del país o tener un puesto en el gobierno” (ACI).
Desconocidos asesinaron al P. Firmin Gbagoua, Vicario General de la Arquidiócesis de Bambari, cuando estaba a punto de cenar con otros sacerdotes en el Arzobispado local en la región central de la República Centroafricana.
En declaraciones a la edición en francés de Vatican News, el P. Mathieu Bondobo, señaló que el P. Gbagoua recibió un disparo en el abdomen el viernes 29 de junio por la noche.
Tras expresar su dolor y su cólera por el asesinato del también secretario ejecutivo de Cáritas de Bambari, el P. Bondobo lamentó que “nadie está protegido en este país pero la Iglesia no se callará”, y pidió que las autoridades “hagan su trabajo”.
El pasado 24 de junio los Obispos centroafricanos emitieron una declaración en la que constataron con “sorpresa la llegada de nuevos mercenarios que hacen más difícil la resolución de la crisis”.
El pasado 1 de mayo terroristas atacaron la iglesia Nuestra Señora de Fátima y asesinaron al menos a 16 personas, entre ellas un sacerdote, dejando casi un centenar de heridos.
Desde 2013 la República Centroafricana ha sido objeto de numerosos ataques por el complicado proceso de transición que afronta el país y que ha desatado una ola de violencia por el choque entre los grupos armados Séléka y los “antibalaka”, que ha hecho que casi un millón de personas se encuentren desplazadas.
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