Ecos del recorrido papal
“Quiero invitarlos, nuevamente hoy, a estar en primera línea, a ‘primerear’ (de primicia*) todas las iniciativas que ayuden a hacer, de esta bendita tierra mexicana, una tierra de oportunidad, donde no haya necesidad de emigrar para soñar; donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar; donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos, el oportunismo de pocos…” (Cfr. Papa Francisco, en Ecatepec).
En nuestra Bitácora de hoy no podemos ceñirnos solamente a la presencia del Papa Francisco a nuestra “bendita tierra mexicana”, en voz de él, por la huella indeleble de la Santísima Virgen de Guadalupe, a quien él visitó, y con quien quiso dialogar, extasiado, en su Santuario del Tepeyac, frente a frente a su imagen en el camerino donde está el lienzo (ayate) de San Juan Diego, sino también al preludio de ésta su visita, cuando pisó primero tierra cubana, en La Habana, para encontrarse fraternalmente, con gran simbolismo de unidad, con el Patriarca Cirilo, de la Iglesia Ortodoxa, ¡después de 17 siglos de separación! Un abrazo genuinamente ecuménico, y un gran legado de nuestro Patriarca Universal. Y de ahí, su entrada y llegada a México.
I- DEL TEPEYAC HASTA CIUDAD JUÁREZ
A- La Visita del Papa Francisco quiso abarcar los extremos de México en toda su extensión, con sus recorridos en el papamóvil y los vuelos distantes. De San Cristóbal Las Casas (casi frontera con Guatemala) al Centro de la República y hasta la Frontera Norte de Ciudad Juárez, Chihuahua, con su problemática laboral y migratoria. Inagotable, y apenas con breves descansos en la Nunciatura Apostólica, la sede diplomática del Pontífice en países donde hay relaciones con El Vaticano.
B-Los recorridos en las ciudades visitadas; su presencia en numerosas reuniones, de auténtica apoteosis (pese a la opinión prejuiciada y tendenciosa de varios comentaristas de corta visión), fue siempre presencia de bendición “a Dios dar”; de enseñanza; de fortalecimiento en la Fe, la Esperanza y la Caridad.
C-Siempre con la especial relación con los distintos grupos: con sus hermanos en el Episcopado y Sacerdocio; con los pobres desvalidos y enfermos, desde los infantes, hasta los ancianos y los específicamente indígenas y recluidos en prisión.
D- La selección de su estadía fue específica y querida: más en los extremos de San Cristóbal Las Casas, en Chiapas, en el corazón de las etnias indígenas y su Clero autóctono; con la memoria reivindicativa de don Samuel Ruiz García, Emérito Obispo y Misionero hasta en las Misiones de Bachajón, de los Padres Jesuitas entre los Tzeltales; la Misión de Ocozingo en los límites de la Selva Lacandona, y su especial “hacerse presente” en los extremos como Ciudad Juárez; la anchurosa Zona Norte con su palabra consoladora a los retenidos y excluidos.
E- O los puntos de personalísima “cariñoterapia” hacia los niños paralíticos o a los dañados por el cáncer, internados en el Hospital Infantil “Dr. Federico Gómez”.
F- La Liturgia en Lenguas Autóctonas, como el Tzeltal y Tzotzil y las traducciones meritorias y correctas. Siempre haciendo valer su Lema: “Primero los pobres y desvalidos y enfermos”.
G- Pertinaz en sus recios reclamos del Mal, por medio de la Verdad denunciante.
H- Su presencia plena con sabor paternal; con aculturación llena de “cariñoterapia”; con sabor de México y a sus rasgos propios; con los conjuntos musicales como los Mariachis y las Filarrmónicas. ¡Qué marco para las Santas Misas multitudinarias!
I- Su petición de “perdón” a los indígenas, en Chiapas, por la “cultura del descarte”, que él ya anatematizó en su Encíclica específica.
Poquísimo espacio para consignar, y menos aun ponderar, las enseñanzas, en voz y en actitudes del Papa Francisco en su visita-presencia a México, con todo su amor paternal y su verbo siempre franco.
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