Murió un sacerdote quilmeño que se embarró en las periferias

Quilmes (Buenos Aires) (AICA): El presbítero Gustavo Pablo Van Regenmortel murió el 24 de febrero, a los 85 años, después de varios días de internación y tras 58 años de ministerio sacerdotal, al servicio de las barriadas más pobres de las periferias de la diócesis de Quilmes. El sacerdote fue velado en la parroquia Nuestra Señora de Luján, del Barrio Drymay, en la que fue párroco y donde el obispo de Quilmes, monseñor Carlos José Tissera, presidió la misa exequial. “Ha volado a los brazos del Padre Dios un ‘mensajero del Evangelio’”, dijo el prelado en la despedida.
El presbítero Gustavo Pablo Van Regenmortel murió el 24 de febrero, a los 85 años, después de varios días de internación y tras 58 años de ministerio sacerdotal, al servicio de las barriadas más pobres de las periferias de la diócesis de Quilmes.

El sacerdote fue velado en la parroquia Nuestra Señora de Luján, del Barrio Drymay (Quilmes Oeste), de la que fue párroco y donde el obispo de Quilmes, monseñor Carlos José Tissera, presidió la misa exequial.

Los restos del padre Regenmortel fueron inhumados luego en una parcela de los sacerdotes que el Obispado posee en el Cementerio de Espeleta.

“Ha volado a los brazos del Padre Dios un ‘mensajero del Evangelio’”, aseguró monseñor Tissera en la celebración eucarística de despedida.

El prelado contó que antes de viajar a Roma fue a visitarlo, porque “presentía que no lo vería al regresar. Le dije al oído: ‘Padre, me voy a Roma. Rezaré por vos. Rezá por mí. Te doy mi bendición. Te dejo en los brazos de Jesús, María y José. La gente de las Comunidades te acompañan’. Y le di un beso”.

“A tanta distancia, el recuerdo se agiganta, para tenerlos a todos ustedes muy cerca de mi corazón de padre y pastor, porque sé que ustedes, hermanas y hermanos, están con sus corazones apenados por la ausencia de quien fue un verdadero padre de esos barrios de Solano”, reconoció.

“A tantos los vio nacer y crecer; a cuántos los socorrió en sus necesidades; a tantos otros los acompañó en su soledad. Las calles que lo vieron transitar en su bicicleta, o sintieron el andar de sus pasos embarrándose para estar al lado de la cama de un enfermo, o para compartir el pedazo de pan en la mesa de un hermano o hermana que necesitaba un consejo, o simplemente la alegría de sentirse amado y respetado como vecino”, destacó.

Monseñor Tissera sostuvo que cuando conoció al padre Regenmortel “los sintió un verdadero padre, un hombre de Dios”, y agradeció a las personas que en estos últimos meses lo atendieron y cuidaron de diversas maneras.

De Amberes al conurbano bonaerense
El presbítero Armando I. Dessy, canciller del obispado de Quilmes, hizo una síntesis de la vida de este pastor y hombre de Dios llegado de Bélgica.

El padre Gustavo Pablo Van Regenmortel nació en Bélgica el 14 de julio de 1930 en una familia de varios hermanos, algunos de los cuales viven en Amberes, su ciudad y diócesis de origen. Allí recibió el presbiterado el 1º de setiembre de 1957.

Llegó a la Argentina en los años posteriores al Concilio Vaticano II (1962-1965), junto a muchos otros sacerdotes europeos que vinieron al país a prestar sus servicios ministeriales. De hecho, el 30 de setiembre de 1963 obtuvo su Cédula de la Policía Federal. Se radicó y actuó pastoralmente en la Ciudad de Buenos Aires.

Ingresó en la diócesis de Quilmes el 1º de agosto de 1981 y el 13 de mayo de 1983 el obispo Jorge Novak lo nombró párroco de Nuestra Señora de Itatí en Bernal Oeste, donde desarrolló una tarea misionera de acompañamiento de las Comunidades Eclesiales de Base fundadas algunos años antes en esa zona.

Tiempo después, el 1º de marzo de 1987, pasa a ser el primer párroco de Nuestra Señora de Luján, en Quilmes Oeste, parroquia creada en esa misma fecha por monseñor Novak.

“Celoso pastor de sus comunidades a lo largo de todos estos años, fue además Asesor del Departamento de Comunidades Eclesiales de Base de la Vicaría de Evangelización”, afirmó y agregó: “Supo ganarse el aprecio de sus feligreses por su vida pobre y entregada al servicio de los demás en las barriadas en las que le tocó actuar”.

“Memoria viviente de largos años de vida diocesana, legó al Archivo Diocesano su colección de afiches y lemas de las Misas de la Esperanza desde sus comienzos, hace 20 años”, recordó.

Informes en la cuenta de Facebook: Diócesis de Quilmes.+

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