Ecos de la Visita Papal

Los 8 silencios del Papa Francisco en México

Al Papa Francisco se le observaron ocho grandes silencios durante su visita.
Sin sorpresa, pues como refiere Jorge Traslosheros en la Página Web de Aleteia: “En la vida del católico, la palabra nace del silencio y la contemplación”. Veamos:

FullSizeRender (45)

1 Después de la recepción de Estado. El Obispo de Roma entró a la Catedral Primada por la Puerta Santa del Jubileo, hasta detenerse frente al Cristo Negro (de gran devoción popular en la Ciudad de México), en el Altar del Perdón. Permaneció en silencio durante varios minutos, para desesperación de las televisoras. Marcó los tiempos. Dejaba el mundo profano, para adentrarse en su anhelado encuentro con el pueblo fiel de Dios que peregrina en nuestro país. Desde ese momento, sostuvo diálogos y encuentros con todo mundo; no hubo persona, sector social o problema que resultara ajeno a su mirada. Entró como se debe: desde la contemplación del Señor de la Misericordia.

2 En su cita con la Virgen de Guadalupe. Durante la homilía en la Basílica Nacional de Santa María de Guadalupe, nos alentó a escuchar a María para actuar como el indio Juan Diego, y cambiar nuestra realidad sin temor, confiados en Aquél a quien Ella anunciara desde El Tepeyac. Acto seguido, se hizo uno con la asamblea e invitó a la contemplación de María. Al terminar la Liturgia, se dirigió al camerino que resguarda la imagen, hasta quedar solo frente a Guadalupe. Durante media hora hizo propio el himno litúrgico recitado durante su homilía: “Mirarte simplemente, Madre, dejar abierta sólo la mirada; mirarte toda sin decirte nada, decirte todo, mudo y reverente”.

3 En Ecatepec meditó sobre el silencio de Jesús de Nazareth frente a las tentaciones de poder, fama y riqueza que Satanás pone a sus pies. Calla Jesús para que sean las palabras del Padre las que respondan. Con el Demonio no se dialoga, nos dijo el Papa; se responde con nuestro silencio, porque “solamente la fuerza de la Palabra de Dios puede derrotarlo”.

4 Durante su visita al Hospital Infantil “Federico Gómez”. Una joven adolescente se paró, débil, titubeante, para susurrar unas palabras al oído del Papa, quien asintió con la cabeza. Quedó callado, expectante. Ella volvió a su lugar y, con voz prodigiosa, entonó el “Ave, María”, de Schubert. Del dolor nació la alabanza; y del silencio, el canto.

5 En Chiapas presidió una Liturgia hecha cultura en los indios; pero, discretamente, se ocultó para dejarles el protagonismo. Ellos son la Palabra de Dios nacida del silencio, el abandono, el olvido, la explotación y el desprecio. Son la Iglesia en una de sus multiformes manifestaciones y lenguas. Después, la silente oración de reverencia ante la tumba del Pastor bueno, Samuel Ruiz García, signo de una Iglesia en salida, arriesgada y accidentada, que supo reconocer sus errores y purificar la experiencia.

6 En Morelia guardó prolongado silencio al momento de consagrar el vino en el mismo cáliz que usara don Vasco de Quiroga. Contemplación que nos permitió adentrarnos en la viva presencia de la memoria del Tata. Francisco solamente echó mano de dos maestros para aprender, con su ejemplo, a ser Iglesia: del indio Juan Diego para los Laicos, católicos de a pie; y del Obispo Fundador, para los Pastores. Ésta es la Iglesia que surge del silencio reverente ante la Sangre de Cristo.

7 Durante el encuentro con la juventud, en Morelia, en medio del estruendo y del griterío, la mirada del Pontífice se posa sobre dos adolescentes con síndrome de Down. Sonríe. Las invita a subir al estrado, corren al encuentro de Francisco, rompen en llanto de alegría, y los tres se funden en entrañable abrazo. Un momento sin palabras y una larga y contundente denuncia contra la cultura del descarte.

8 El silencio en Ciudad Juárez, ante la sencilla Cruz de los Migrantes, justamente en la Frontera con El Paso, Texas. En ambas riberas se congregó la Iglesia, dividida por los muros de la injusticia, pero unida en una sola comunión. En silencio, apoyado en el báculo que los presos le regalaran esa mañana, se acercó en procesión para celebrar su última Misa en México. De su memorable homilía, culmen de su Visita Pastoral, ha nacido mi profunda necesidad de silencio en el dolor, el gozo y la esperanza. Al octavo día de su entrada en Jerusalén, Cristo resucitó.

Etiquetas:

Publicar un comentario

[blogger][facebook]

Agencia Catolica

Forma de Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets