La función de la ley

Pbro. Lic. Armando González Escoto

Entendamos bien una cosa: las leyes civiles que nos rigen no bajan del cielo, las hacen los hombres. Estas leyes son legítimas si responden a la voluntad de la gente, porque las leyes se hacen para el servicio de la sociedad.
A un vecino del oriente tapatío lo asaltaron y golpearon en plena vía pública, conoció muy bien a uno de sus agresores y fue a demandarlo. La policía lo buscó y cosa rara, lo aprendió. No pasaron tres días para que el malandrín ya anduviera otra vez suelto y queriéndose vengar. Pero ¿cómo es posible que estando confeso lo hayan soltado? Ah, es que de acuerdo a lo establecido por las leyes, si un presunto delincuente aun confesando su delito, se le aprendió sin atenerse a las normas que marca el reglamento, se le debe soltar.
Hace algunas semanas otro juez liberó a delincuentes dedicados a robar autos con violencia. Los habían capturado, pero el juez declaró que los aprehensores no habían integrado bien el papeleo y que por lo tanto, no procedía tenerlos en prisión. ¿Le entiende usted al asunto? De manera que por una falta procesal se puede incurrir en una falta todavía mayor como sería liberar a delincuentes. Así están las leyes y así las manejan.
Pero espere usted. ¿Quién nos puede asegurar que los mismos agentes de la seguridad pública adrede hagan mal los procesos para dar a los jueces la ocasión de liberar a los criminales? Entonces debería haber sanciones tanto para quienes hacen mal las cosas como para los jueces que con ese pretexto se lavan las manos y dejan a la ciudadanía en manos de las mafias.
México tiene un sistema político democrático donde la separación de poderes es fundamental, pero en la práctica esa separación no existe, por el contrario todos los que cobran en cualquiera de esos Tres Poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, se conocen, se recomiendan, se apoyan, se encubren, se organizan para saltarse las leyes que a ellos mismos pudieran limitarlos, de manera que una simple llamada del capo de un poder al de otro basta para que las cosas se arreglen a su conveniencia.
Sin embargo lo peor del caso es que usted, como ciudadano, suela pensar que esto no tiene remedio, que “sea por Dios”, que así son las cosas, que a estos trúhanes no hay quien los pare. En parte tiene razón, porque estas gentes tienen el poder de hacer leyes y las hacen simplemente para protegerse y perpetuarse de manera que cualquier recurso que la ciudadanía interponga acaba siempre desbaratado porque hay tal o cual ley que establece tal o cual triquiñuela para que el funcionario siga impune y los procesos se mantengan amañados, o porque abundan abogados deshonestos dedicados todo el tiempo a corromper leyes y personas, estafar y delinquir. Pero hay muchas cosas que la ciudadanía puede lograr a base de reaccionar, unirse, ponerse metas y no descansar hasta lograrlas.

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