Pbro. Lic. Adrián Ruelas
Más de cincuenta seminaristas del Seminario Menor Diocesano de Guadalajara, que pasarán a segundo de preparatoria, hacen vida de comunidad en este período veraniego de vacaciones y apostolado. Las llamadas “vacaciones de comunidad” tienen su desarrollo en el poblado de Juchipila, Zacatecas, desde hace ya varios años.
PUEBLO HISTÓRICO
Históricamente, Juchipila (derivación del náhuatl Xochi-pilli, lugar donde abundan las flores), ha sido un pueblo zacatecano clave para entender los inicios de la evangelización de estas tierras de occidente por parte de los misioneros franciscanos. La parroquia y la capellanía están puestas bajo el patrocinio de San Francisco de Asís.
VACACIONES DE COMUNIDAD?
Durante un mes los seminaristas realizan actividades diversas. Todos los días acuden a la Parroquia a desayunar; realizan el aseo de la casa donde han tenido a bien hospedarnos: la casa de ejercicios. Los lunes y los jueves hay talleres de preparación para el apostolado, trabajo pastoral que realizan en algunos fraccionamientos; preparan algunos números para el festival y tienen tardes deportivas: torneo de fútbol y basquetbol y tiempo para correr y descansar. Por la tarde hacen su aseo personal y reciben a un movimiento parroquial con la cena. Como es tiempo de descanso aprovechan para dormir bien. Los martes y viernes, desde temprano, después de oraciones, con ropa adecuada, salimos a caminar. Son los paseos que se organizan a diferentes partes aledañas a Juchipila: presas, ranchos, balnearios. En realidad, se disfrutan mucho estas jornadas, puestas a los condicionamientos climáticos: la lluvia, el sol, los insectos de la región como los alacranes, etc. Al caer la tarde, “cansados y contentos”, nos alistamos para tomar un baño y esperar la cena y un momento de recreación. Los miércoles y sábados son días de apostolado. Salen por las mañanas a visitar a las familias y realizar un censo que permite conocer la realidad de los hogares y la práctica de los sacramentos. Por la tarde se tienen encuentros catequéticos con niños y adolescentes. Es una rica experiencia y un primer acercamiento de los seminaristas de preparatoria con los fieles. Los domingos aseguramos la participación en la liturgia. La Misa solemne del pueblo es asistida por los seminaristas acólitos y lectores del Seminario, además del coro. Dos sacerdotes apoyamos también con la presidencia de la Eucaristía. Hay tiempo libre para estar en el pueblo y un espacio para convivir con la gente, especialmente con los bienhechores que lavan la ropa u ofrecen alimentos a los muchachos. Por la noche se presenta un festival.
EXPERIENCIA FORMATIVA
Es así como se aprovecha al máximo este tiempo formativo al finalizar el ciclo escolar y al esperar las vacaciones de verano también en familia. Se trata de una doble riqueza: el pueblo que recibe al Seminario y refresca su esperanza al vislumbrar a los futuros sacerdotes, aunque no todos lleguen a serlo, y los seminaristas que adquieren experiencia al entrar en contacto con un pueblo, una cultura, una tradición, abonando grandemente a su vocación.
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