En un post titulado “Cuestiones hospitalarias, 1ª parte”, el P. Fortea señaló que “hace algún tiempo recibí una consulta de un laico que ayuda en un hospital acerca de qué hacer si una forma consagrada cae al suelo”.
El sacerdote español señaló que “si una forma cae en un lugar sucio, no es necesario que la consuma ni la persona ni el ministro. Eso es algo que, en mi hospital, ocurre más o menos una vez al año. Os digo lo que hago. Y voy a explicar dos posibles casos”.
En el primer posible caso, la caída de una forma, el P. Fortea indicó que él recoge la forma “en un pañuelo limpio de papel. Al llegar a la sacristía, tengo un frasco de cristal (con una etiqueta), deposito en el frasco la forma y el pañuelo. Coloco agua en el frasco”.
“El frasco queda en la sacristía, lugar sagrado, pero en un rincón discreto de un armario. Pasada una semana o dos, el contenido lo entierro en una maceta de la capilla, una maceta bastante grande”, dijo.
Al actuar así, explicó, “los restos quedan en lugar sagrado hasta que desaparezcan la especie eucarística. El agua del frasco la echo sobre el lugar donde he enterrado los restos. Enjuago el frasco por segunda vez y vuelvo a echar el agua en el mismo lugar”.
El segundo posible caso, la caída de todo el contenido de una teca, recipiente metálico donde se portan varias hostias consagradas, el P. Fortea dijo que colocaría “todas formas en la teca. Echándolas al frasco todas ellas y desinfectando con alcohol la teca. El alcohol (con partículas) se echa en una maceta de la iglesia”.
“Una vez desinfectada la teca la hubiera lavado con abundancia de jabón. Después, la hubiera dejado, abierta, un par de días situada en un lugar donde le den los rayos del sol, al lado de una ventana. El alcohol, el jabón y el sol no dejarán contaminación biológica alguna”, señaló.
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