El conmovedor episodio ocurrió al comienzo de la Audiencia General antes de la catequesis del Santo Padre mientras que algunos colaboradores del Papa leían en diferentes idiomas un pasaje de la Carta de San Pablo a los Gálatas sobre el amor al prójimo.
Hasta el momento, el Vaticano no ha dado más información sobre el nombre y edad del pequeño. Solamente se sabe que el niño es italiano y tiene diez años.
Según es posible apreciar en la transmisión, el niño subió los escalones y se dirigió directamente a saludar al Santo Padre mientras que se leía el pasaje en lengua alemana.
El Papa y el niño se saludaron de mano y el Santo Padre sonriendo lo invitó a sentarse a su lado.
De este modo, el colaborador de la Prefectura de la Casa Pontificia, Mons. Leonardo Sapienza, se levantó y le dejó su lugar al niño quien se sentó, mientras que los fieles aplaudieron, y el pequeño también aplaudió.
Luego, el lector de la lengua española se acercó sonriendo y pronunció el pasaje de la Biblia, mientras que el pequeño se puso nuevamente de pie, fue hacia el Papa, le tomó los brazos y saltó frente a él.
Poco después, el niño comenzó a indicar con la mano el solideo -gorro blanco- del Papa.
Cuando tocó el turno al lector de lengua portuguesa, el pequeño se acercó a él, lo tomó de la mano y lo llevó hacia el Papa, por lo que las personas presentes aplaudieron nuevamente, mientras que el pequeño volvió a indicar el solideo del Papa.
Finalmente, el pequeño recibió un solideo blanco que se puso en la cabeza y regresó a sentarse a su lugar con sus familiares.
De este modo, cuando el Papa inició su catequesis en italiano retomó en forma espontánea el episodio y señaló “me acordé de lo que dijo Jesús sobre la espontaneidad y la libertad de los niños, cuando este niño tuvo la libertad de acercarse y moverse como si estuviera en su casa... Y Jesús nos dice: ‘También ustedes, si no se comportan como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos’”.
En esta línea, el Santo Padre alentó a tener “la valentía de acercarse al Señor, de abrirse al Señor, de no tener miedo del Señor”.
“Agradezco a este niño la lección que nos ha dado a todos. Y que el Señor le ayude en su limitación, en su crecimiento porque ha dado este testimonio que le salió del corazón. Los niños no tienen un traductor automático del corazón a la vida: el corazón sigue adelante”.
Posteriormente, el Santo Padre continuó con su catequesis preparada sobre la libertad de la fe basado en la Carta de San Pablo a los Gálatas y afirmó que la verdadera libertad “se expresa plenamente en la caridad”.
“Una vez más nos encontramos delante de la paradoja del Evangelio: somos libres en el servir, no en hacer lo que nosotros queremos, somos libres en el servir, y allí viene la libertad; nos encontramos plenamente en la medida en la que nos donamos, nos encontramos plenamente en la medida en la que nos donamos, tenemos la valentía de donarnos; poseemos la vida si la perdemos. Esto es Evangelio puro”, advirtió.
Por ello, el Santo Padre subrayó que “no hay libertad sin amor, la libertad egoísta de hacer lo que quiero, no es libertad, porque vuelve sobre sí, no es fecunda”.
En este sentido, el Papa indicó que para San Pablo “la libertad no es ‘hacer lo que me apetece y me gusta’. Este tipo de libertad, sin un fin y sin referencias, sería una libertad vacía, una libertad de circo, no va. Y de hecho deja el vacío dentro”.
“La verdadera libertad siempre nos libera, en cambio cuando usamos esa libertad de lo que me gusta o no me gusta, permanecemos vacíos al final... Si la libertad no está al servicio del bien corre el riesgo de ser estéril y no dar fruto, si la libertad no está al servicio del bien, no da fruto”, recordó el Papa.
Finalmente, el Santo Padre invitó en este momento histórico a “redescubrir la dimensión comunitaria, no individualista, de la libertad: la pandemia nos ha enseñado que necesitamos los unos de los otros, pero no basta con saberlo, es necesario elegirlo cada día concretamente… Los otros no son un obstáculo a mi libertad, sino la posibilidad para realizarla plenamente, porque nuestra libertad nace del amor de Dios y crece en la caridad”.
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