ENTRE PARÉNTESIS | Por José Ismael BÁRCENAS SJ |
Te escribo pues esta Navidad no podré estar contigo, ni con tus hermanos, papás y abuelos. Te imagino con mucha ilusión esperando abrir los regalos que están debajo del árbol. Ya están ahí, pero todavía no los puedes abrir. Estás haciendo un ejercicio de esperar con paciencia.
Hace cuatro años, para estas fechas, te esperábamos con la misma ilusión con que tú esperas abrir tus obsequios y ver qué te regalaron. Naciste pocos días después de la Navidad, así que pronto será tu cumpleaños. Te escribo para contarte algo sobre lo que celebramos estos días. Te cuento que el motivo por el que se ha puesto un árbol adornado en la sala, junto a un nacimiento (o Belén, como les dicen acá en España), es por alguien que nació así chiquito como tú.
Desde hace muchos años, los humanos nos dimos cuenta que éramos diferentes a las plantas y a los animales. Ellos también están vivos, pero nosotros hablamos, tenemos palabras con las que conversamos. En todo el mundo hay lugares donde nuestros antepasados despedían a sus antepasados y rezaban encomendándoselos a Alguien. Desde hace mucho tiempo creemos que hay algo o Alguien que nos cuida, no es una planta, no es un animal, no es otro humano como nosotros, creemos que es alguien mayor, a este misterio le llamamos Dios.
Si tú ves a un niño que tiene un balón de futbol y anda vestido con uniformes de equipos de futbol, seguramente pensarás que a ese niño le gusta el futbol. Hace mucho tiempo, los humanos creíamos en Dios pero no sabíamos cómo era, unos decían que era grande y poderoso, por eso se le decía que era el Señor de los ejércitos, pero decir esto nos haría pensar que le gusta la guerra. Pues por mucho tiempo los humanos hablaban con el Señor y discutían sobre cómo era ese Señor, unos decían que era justo, otros que era fuerte como un guerrero.
Por eso es importante la Navidad, pues hace 2000 años, en un rumbo lejano llamado Galilea, en un pueblo pequeño, en un establo, nació un niño. Sus papás lo recibieron con mucho gusto y le pusieron de nombre Jesús. Fue un tiempo difícil, esta familia tuvo que salir corriendo de aquel lugar, de alguna manera fueron como los refugiados que hoy vemos en los noticiarios. Y en medio de tantos problemas, creció este niño que tenía un corazón tan tierno como el de su madre. Aprendió a trabajar con las manos, como su padre, que dicen que era carpintero. Y este niño, ya grande, tuvo una experiencia muy bonita cuando lo bautizaron, y a partir de entonces recorrió los caminos de la antigua Palestina e Israel compartiéndonos un mensaje: Dios nos quiere mucho y quiere que entre nosotros nos tratemos como buenos hermanos.
Así que a aquellas preguntas que se hacían los antiguos humanos sobre si al Señor le gustaba la guerra y tenía ejércitos,viene Jesús a decirnos que a Dios le gusta la paz y que nos quiere mucho. Sabe que a ratos nos fastidiamos y hacemos berrinches, a ratos somos egoístas y no queremos compartir los juguetes. Jesús nos dice que es más bonito compartir lo que somos y tenemos. Por eso, es más bonito volver a darnos la mano como buenos compañeros, que vivir enojados. Y la paz es eso: aprender a perdonarnos, tenernos paciencia y cada vez tratar de ser más amigos.
Por eso, pequeña, quería escribirte, para decirte que este tiempo es un momento muy bonito para tener esperanza. Esperanza es aprender a esperar con amor y paciencia. Tu estás practicando la espera al tener paciencia para abrir tus juguetes. Yo también estoy practicando la espera, estoy armándome de paciencia para esperar ese momento en que los pueda volver a ver y darles un fuerte abrazo.
Desde su nacimiento, Jesús nos invita a que tengamos esperanza, a que construyamos la paz desde donde estamos y con quienes vivimos. Nos invita a darnos cuenta que entre humanos no tenemos por qué vernos como enemigos o rivales, sino como hermanos que se tienen paciencia. Construir esta comunidad de amigos es lo que se llama Amor. A eso vino este niño, a hablarnos del Padre que nos ama muchísimo. Y así vivió Jesús, queriéndonos muchísimo. Dios nos habla a través de Jesús. Y con sus palabras y con su vida nos invita a que vivamos queriéndonos mucho. Y estos días nos reunimos para, a través de comidas, regalos y abrazos, decirnos que nos queremos mucho. Y también, nos tomamos un momento de silencio para decirle a Jesús que lo queremos muchísimo y le agradecemos a Dios el que nos lo haya mandado para que sea siempre nuestro hermano y amigo.
Por eso, chaparra, con esperanza y cariño, te mando un largo abrazo. Abrázame a toda la familia.
Tu tío @elmayo
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