Cristo se hace vivo y presente en sus Sacerdotes

Renovación del compromiso

Con alumnos del Seminario Mayor, el Rector conmemoró sus Bodas de Plata Episcopales

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Yara Martínez González

Rodeado de Seminaristas y Religiosos de varias Congregaciones, el Arzobispo de Guadalajara, Cardenal José Francisco Robles Ortega, celebró el 25º Aniversario de su Consagración Episcopal, y adelantó el festejo de sus 40 años como Sacerdote, próximos a cumplirse el 20 de julio.
En la Capilla de la que en una época fue su Casa, el Seminario Diocesano Mayor de Guadalajara, y acompañado de su Vicerrector, el Pbro. José Guadalupe Miranda Martínez, y el Equipo de Padres Formadores, el viernes 10 de junio, en punto de las 19 horas, comenzó la Celebración Eucarística, en la que recordó, a los estudiantes, la importancia de ejercer el Sacerdocio, y la responsabilidad que implica guiar a la Iglesia como lo hizo Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.
“Encontramos a Cristo palpable en el ministerio de personas visibles, que tenemos una historia, una familia, defectos e ilusiones. Cristo se hace vivo y presente por medio de sus Ministros, a los que Él mira, llama e infunde su mismo Espíritu. El Sacerdote se convierte, por Gracia, en presencia viva encarnada, palpable del Gran Sacerdote puesto al frente de la Casa de Dios, que es Cristo. Si a eso somos llamados nosotros, si a eso se sienten llamados ustedes, hermanos Seminaristas, primero, no debemos deslindarnos de la comunidad a la que estamos llamados para ponernos al frente como servidores, como lo hizo a Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote”.
También Rector de este Seminario Diocesano de Señor San José, el Arzobispo Metropolitano advirtió que los Clérigos no han sido convocados a transitar por un camino de rosas, sino por uno de espinas, y por ello hizo un llamado a los Seminaristas a analizar con detenimiento su vocación, ya que, dijo, no puede concebirse la vida de un Obispo o de un Presbítero sin esa centralidad de ser una persona viva, que es Cristo.
“No se puede aspirar y esperar ser Sacerdote sin ser Cristo. Quien así estuviera en el Seminario, pero para nada lo siente ni le interesa, debe tener cuidado, porque éste no es su lugar. Y no porque sea malo, sino porque no es llamado, no es aquí su lugar… Quien no tiene la experiencia de que Cristo lo está citando y lo está moldeando para hacerlo signo de su presencia, pregúntese, en la oración, ayúdese a entender con su Padre Espiritual. Pero, ¡cuidado, no avance con otra idea, con otro propósito, con otra intención, porque va a ser un desastre!”

DURANTE ESTOS 25 AÑOS
En la Homilía, el Arzobispo también compartió algunas de sus experiencias que lo marcaron a lo largo de estos 25 años; entre ellas, su paso por las Ciudades de Toluca, Monterrey, y su regreso a Guadalajara, a donde nunca se imaginó volver como Obispo.
De cada una destacó la manera en que los fieles viven su Fe a través de diferentes acentos, en zonas del país totalmente distintas.
En Toluca, mencionó, existe una comunidad muy religiosa, marcada por la cultura, la tradición, y una visión indígena de la vida. Sin embargo, como un cambio radical calificó su llegada a Monterrey, un lugar industrializado y progresista, influido por el “Imperio del Norte”, Estados Unidos.
“Y al volver aquí, a mi tierra, a donde jamás pensé volver como Obispo; jamás, ni como un sueño; encontrarme en ésta mi cultura, en éste mi pueblo, con ésta mi gente, con otras tonalidades de vivir la Fe, sin embargo, siempre llevo en mi corazón como esa voz que me dice: ‘No se te olvide, tú eres Cristo, no tengas miedo, no tengas dudas’; eso lo experimenta uno como una Gracia… Cuando uno es llamado, no es llamado a cualquier cosa; soy llamado a ser mediación viva y palpable del único y verdadero Sacerdote, que es Cristo”.
Finalmente el Cardenal Robles Ortega mostró su beneplácito por celebrar sus 25 Años de Ministerio Episcopal y pidió a Dios por los presentes para “que les conceda la vida que Él quiera, siempre y cuando sea, precisamente, en la vivencia de la verdad fundamental de que Él es, y nosotros somos objeto de su Gracia, de su Amor, de su Misericordia. Que seamos signo de su presencia en el mundo”.
Concluida la Celebración Eucarística, bendijo los alimentos en el Comedor del Seminario, y compartió la cena con quienes se preparan para ser los futuros representantes de Cristo en la Tierra, por ahora alumnos de las Facultades de Filosofía y Teología.

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