El sueño de la democracia

Pastoral & Cultura

Pbro. Lic. Armando González Escoto

En 1823 los ideólogos mexicanos que se adueñaron del país apenas independizado, decidieron que el sistema político que nos convenía era el de la democracia, luego de trescientos años de monarquía.
La democracia era por ese entonces un sistema político de moda, era el sistema de Estados Unidos, y en Europa poco a poco pugnaba por establecerse. Nuestros ideólogos estaban fascinados con todo lo norteamericano y pensaban que bastaba con copiar cuanto allá hacían para que México fuese pronto un país como el de ellos.
Pero la democracia no se improvisa ni se impone por decreto, exige de un largo aprendizaje, sobre todo cuando hablamos de una democracia efectiva y participativa, donde los ciudadanos se comprometen a emitir su voto cada vez que se requiere, para luego organizarse y ejercer una permanente vigilancia sobre la actuación de los gobernantes.
Por otra parte los países democráticos establecen instituciones que ayuden al desarrollo de la democracia, instituyen congresos de diputados y senadores que velen todo el tiempo por la ciudadanía y la defiendan frente a cualquier abuso del poder ejecutivo. Igualmente fortalecen el aparato de la justicia a fin de que la gente disponga de jueces capacitados y honestos, aplicando las leyes con rectitud, insobornables, al servicio siempre de la justicia. Siendo el primer deber del estado garantizar la seguridad de la sociedad, organizan a las fuerzas públicas a fin de que éstas en todo momento estén al pendiente de las personas, defendiendo sus vidas y sus bienes.
En la democracia, presidentes, gobernadores y alcaldes están al servicio de la gente que es la que los elige y les paga. A diferencia de la monarquía o la dictadura, donde el rey o el dictador, hace lo que le pega la gana le guste o no al pueblo, en la democracia las autoridades están siempre sometidas a la voluntad soberana de la sociedad.
Si en algún país que se dice democrático estas cosas no suceden, entonces se trata más bien de una dictadura disfrazada de democracia. ¿Cómo puede esto ocurrir? Impidiendo que la sociedad sepa sus derechos y deberes, evitando que la gente entienda lo que es una verdadera democracia, manteniendo a la sociedad en la inercia de la monarquía, corrompiendo a las instituciones para que sus integrantes se preocupen más por sus intereses personales que por el servicio a la comunidad.
Entonces surge imparable la corrupción, porque instituciones democráticas sin ciudadanía democrática que las vigile, produce corrupción. La anarquía acaba adueñándose de todo, porque las leyes se compran en vez de aplicarse, porque los delincuentes pueden sobornar a los jueces y a los policías, porque los diputados están al servicio de los partidos políticos que les dan la chamba, no al servicio de los ciudadanos aunque sean éstos quienes les paguen, porque a fin de cuentas, a los gobernantes lo que les preocupa es seguir viviendo del presupuesto, no mejorar las condiciones del país que los mantiene.

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