Matrimonio y Sacerdocio, compromiso de Amor

Sacramentos de servicio

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Hablamos de dos de los 7 Sacramentos de la Iglesia, que se refieren al servicio, hay otros 3 de iniciación (Bautismo, Eucaristía y Confirmación), y dos más de sanación (Reconciliación y Unción de enfermos).

Cristina Parra Aguirre*

El Matrimonio y el Sacerdocio pudieran parecer muy distintos, pero la realidad es que tienen en común más de lo que podemos pensar. El seminarista se siente de alguna forma atraído por Dios y los novios se sienten atraídos por él o ella. Comienzan a tener citas, el seminarista visita el Sagrario, el novio a la novia; el seminarista conoce a Jesús en la Sagrada Escritura, los novios se escriben notas de amor. El seminarista tiene citas amorosas en la intimidad de la oración; los novios platican y se van conociendo. Van descubriendo que son el uno para el otro conforme avanzan en el conocimiento mutuo. Llega el momento en que en ambos caminos hay que tomar una decisión: LA ACEPTACIÓN al estado eclesiástico o la formalización del noviazgo.

Una incógnita
Lo que sucede a partir de ahí es un misterio de amor que se va tejiendo poco a poco, día a día con detalles, con señales, con esfuerzo, con dedicación. Son años de madurar la decisión hasta que finalmente un día descubren que SE QUIEREN ENTREGAR COMPLETAMENTE y deciden dar el siguiente paso apoyados por la familia y la comunidad eclesial.
En ambos casos se requiere una entrega TOTAL: Es decir, no solo mientras esté joven, mientras tenga fuerzas, tanto el sacerdote como el matrimonio debe entregarse de manera integral a lo que ama: cuerpo, mente, espíritu, sentimientos, emociones, al servicio de los demás.
La entrega debe ser PLENA: Sentirse realizados, contentos con lo que hacen. Un sacerdote no puede decir el día de su consagración: “Yo solo confesaré a 500 personas”, “solo celebraré la Eucaristía para mis cuates”; así como los esposos tampoco pueden decir: “Voy a atenderte solo cuando esté de buenas”.

Un trabajo diario
También debe ser FIEL: Fiel a uno mismo, fiel a lo que cree, fiel a la promesa hecha, fiel a lo que esperan de nosotros, fiel a Dios. Tanto los esposos como el sacerdote deben ser fieles al proyecto de Dios para ellos.
La entrega debe ser FECUNDA: ¿Cómo? ¿El sacerdote fecundo? ¿No que prometió mantenerse célibe? Estoy hablando de fecundidad a la Gracia, los sacerdotes al administrar los sacramentos están generando hijos a la fe, a la gracia, al perdón, a relacionarse con Dios, tienen una paternidad espiritual con su feligresía. El matrimonio es fecundo al dar vida humana y espiritual a sus hijos. “Yo he venido para que tengan VIDA y VIDA en abundancia” (Jn. 10, 10).
La entrega debe ser GENEROSA: Esto implica darse sin reservas, entregarse todo el tiempo, preocuparse por ser mejor persona, más preparada para dar lo mejor a quienes nos rodean.
ORA POR LOS SACERDOTES, SACERDOTES OREN POR SU COMUNIDAD. “No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos”. (Jn. 15, 13).
*Coordinadora de Itinerario Matrimonial, Pastoral Familiar.

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