Trasparencia necesaria, que todavía regatean

No hay plazo que no se cumpla, ni usufructuario que aguante tanto. La sociedad tapatía, añora desde tiempos y plazos cumplidos, los efectos de una trasparencia social política, económica de diversos actores de la vida pública. Algunos personajes, de la palestra social, han sido pioneros empedernidos en esta la lucha contra viento y marea. Otros deambulan simplemente por los pasillos de gobierno devengando salarios estratosféricos. Se avizoran cambios. ¡La Esperanza tropieza hasta el último día!
El ITEI en Jalisco recibe un voto de confianza con la ratificación de Cynthia Cantero Pacheco para un nuevo período. Adquiere bríos diferentes ante elecciones cercanas. La convocatoria para la elección del Comisionado Presidente del Instituto de Transparencia, Información Pública y Protección de Datos Personales del Estado de Jalisco, terminó bien para el Congreso de Jalisco que aún tiene retos en los que estará a prueba. ¿Qué puede esperar el pueblo vapuleado por los sus representantes en el Legislativo?
La queja recurrente de un sinnúmero de ciudadanos, ha sido desde tiempo inmemorial, la opacidad, el manejo sesgado de la información,  los manejos amañados de la cuenta pública, la organización y resultados de elecciones que evidencian mañas seculares. Se critica a ultranza el amiguismo, escalafón de influencias de servidores públicos. Han encontrado veredas para evadir la ley y retrasar la justicia desde tiempo arcaicos. De tiempo de los caudillos y hasta el presente, se presume abundan beneficiarios del poder y usufructuarios falsificados de los recursos públicos.
La cultura popular y la experiencia común, señala que el lenguaje especializado de las oficinas de gobierno, han hecho que el cacareado discurso del derecho a la información y el recurso de revisión en las dependencias oficiales; todavía sea una gracia selectiva y no un derecho universal. Se dice de cierto uso selectivo según…
La Ley de trasparencia, -vox  populi- sigue siendo un ente que se distribuye a cuenta gotas y tergiversa en mucho su cometido original. Esta ley, según los códigos de las oficinas de gobierno debe garantizar el derecho de cada persona a solicitar, consultar y recibir información de  quienes sirven en las oficinas públicas. ¡Y se lleva uno cada sorpresa!
Llegar a cualquier oficina de gobierno, -dice el argot popular- es una viacrucis sin final. Se rumora en la sátira popular, ciertos personajes de la vida pública, tienen “una opacidad del grueso de la Sierra Madre occidental” La transparencia no debiera aparecer como una dádiva obsequiosa, sino tarea esencial de cualquier oficina de gobierno. Al menos así lo señala el Instituto de trasparencia.
¡Aquí está el reto!.
Vienen decisiones en la elección de titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. En la jerga popular, este organismo, se sobreentiende como un “abogado de causas nobles” Es por ley un Defensor del Pueblo. Un cargo público que existe en numerosos regímenes políticos. La esperanza frecuentemente queda empañada por la práctica diaria y la experiencia de innumerables de ciudadanos que deambulan en las oficinas públicas a la espera de una respuesta congruente.
Según los versados en las políticas públicas, las tareas primordiales del ombudsman, serán por partida doble. Uno, defender los derechos de las personas y, a su vez, fiscalizar que el gobierno de turno no vulnere estas libertades. La tarea no es menor ni fácil,  deseable es que aspirantes y electores estén a la altura de la demanda social. El beneficio de la duda alienta un poco la esperanza.

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