Cuenta la tradición que por el siglo XIII los carmelitas tuvieron que abandonar el Monte Carmelo debido a la invasión de los musulmanes y los que se quedaron fueron masacrados. Antes de que partieran, mientras cantaban el Salve Regina, se les apareció la Virgen María y les prometió ser para ellos su Estrella del Mar.
Por el 1241 el Barón de Grey de Inglaterra regresó de las Cruzadas en Palestina llevando un grupo de religiosos del Monte Carmelo, a los que les regaló una mansión en Aylesford. En ese lugar ocurriría tiempo después un hecho mariano especial.
Cierto día San Simón Stock, superior de los carmelitas, imploraba por una intervención divina en defensa de los diversos ataques que recibía la orden. En su oración suplicante llamó a la Madre de Dios como “la flor del Carmelo” y la “Estrella del Mar”. La Virgen fue en su auxilio y se le apareció con el escapulario para los carmelitas.
A medida que los religiosos carmelitas se fueron expandiendo, se propagó la devoción a la Virgen del Carmen, también conocida como la Estrella del Mar, y se produjeron hechos milagrosos.
En 1845 el barco inglés “Rey del Océano” se encontraba en medio de una gran tormenta. Las olas azotaban sin piedad y parecía que se acercaba el fin de la embarcación. Un ministro protestante llamado Fisher subió a la cubierta con su esposa, hijos y otros para suplicar a Dios misericordia y perdón.
Un joven irlandés, John McAuliffe, al mirar la gravedad de la situación, abrió su camisa, se sacó el escapulario y, haciendo con el objeto la Señal de la Cruz sobre las olas furiosas, lo lanzó al océano. En aquel instante el viento se calmó, pero llegó una ola hasta la cubierta y el escapulario regresó a los pies del muchacho.
Al interrogar a John, los presentes se informaron sobre la Santísima Virgen y su escapulario. De esta manera, el Sr. Fisher y su familia decidieron ingresar a la Iglesia Católica y disfrutar de la protección de la Virgen del Carmen.
Publicar un comentario