Lupita:
He cometido un grave error y necesito que mi esposa me perdone. Alguien ayúdeme a convencerla de que no quiero perderla a ella ni a mis hijos. Caí en infidelidad, pero estoy arrepentido. ¡Por favor! Estoy muriendo en vida si no recupero lo más importante de mi existencia: mi familia.
Heriberto D.
Muy estimado en Cristo, Heriberto:
La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado.
La situación dolorosa que atraviesas es consecuencia de tu naturaleza herida. Hacer lo correcto no es algo sencillo; requiere de hombría, virtud, auto-dominio.
La Sociedad contemporánea no favorece el fortalecimiento de nuestra voluntad, sino todo lo contrario: la debilita. Nos dicen de mil maneras que hagamos lo que nos place, que nos sintamos a gusto, y que se puede tener todo sin esfuerzo. Pero la realidad nos grita que toda acción tiene consecuencias. Nuestros actos afectan a los demás, siempre.
Hoy estás arrepentido, y eso es todo lo que Nuestro Señor necesita para perdonarte y restaurarte por completo. Confía en Él y pide en oración por la reconstrucción de tu hogar. Ruega para que el corazón de tu esposa se haga comprensivo y generoso.
Conocemos bien la frase que dice: Dios perdona siempre; el hombre, a veces; pero Naturaleza, nunca. En efecto, no podemos obligar a tu esposa a perdonarte; ella debe iniciar un camino de conversión para lograrlo. Por eso, tú te mantendrás haciendo oración para que ella abra su corazón a Cristo, y crecerás como persona para ganar el respeto que has perdido.
En el Año de la Misericordia estamos llamados a sanar nuestras heridas con el perdón. Pidiéndolo cuando hemos ofendido, y dándolo cuando nos lo piden. Si alguno se repite a sí mismo que no puede perdonar, es necesario que cambie ese discurso falso por uno totalmente real: SÍ PUEDO PERDONAR, CON LA AYUDA DE DIOS. “No puedo” es el pretexto; “no quiero” es la razón.
Aquél que dice que no puede perdonar, se engaña. Sin ser fácil, es posible. Hay que empezar por querer perdonar; ése es el primer paso. Comparto con ustedes una oración que puede ayudarnos en camino a la reconciliación:
Señor mío, vengo ante Ti para adorarte porque eres Dios, y para agradecerte por las bendiciones de mi vida. Te suplico que me ayudes a perdonar. Mi corazón está gravemente herido, y me siento débil para llevar a cabo una tarea que necesita de valor, humildad y fortaleza cristiana. Me presento ante Ti para pedirte ayuda. Sé que el perdón libera y que beneficia en primer lugar a quien lo otorga; pero mi mente se llena de resentimientos y miedos que me impiden actuar según tu Corazón.
Arranca de mi mente los pensamientos pesimistas que borran toda esperanza; aumenta mi Fe y devuélveme esa esperanza perdida. Tú lo puedes todo. Y así como tocaste el alma de mi ofensor y lo has hecho venir a pedir perdón, toca el mío para borrar todo rastro de orgullo, de soberbia y miedo.
Dulcísimo Señor, Tú eres paz, amor, unidad, perdón… Dame la disposición y las Gracias que necesito para cumplir tu Voluntad. Amén.
En la pasada Navidad, el Papa Francisco nos instruyó así: “El regalo más valioso para los hijos no son las cosas, sino el amor de los padres”.
¡Lucha sin desfallecer!
Publicar un comentario
Click to see the code!
To insert emoticon you must added at least one space before the code.