Los ataques a la familia son peores que la bomba nuclear, dijo el Card. Bo en el Congreso Eucarístico
Centrado en el tema del Congreso “Cristo en ustedes, esperanza de la gloria”, la cita fue una ocasión para confrontar el tema de la evangelización y de la misión no sólo en Asia, sino en todo el mundo. El cardenal birmano usó palabras durísimas para referirse a quienes amenazan el fundamento de la vida y la unión familiar. Exaltando, al mismo tiempo la tarea de Filipinas como faro de la evangelización para el tercer milenio.
“La Eucaristía se siembra dentro de la familia –explicó el card. Bo- y germina en su interior. La familia es el lugar de la primera comunión. La familia es el núcleo primario de la Iglesia” y es el lugar en el cual “cada día se parte el pan”. Por eso, advierte, “debe ser protegida, promovida y alimentada”.
“En los últimos tres años, el papa Francisco expresó tres grandes preocupaciones que se refieren al mundo entero: familia, injusticia ambiental, injusticia económica. Pero el mayor peligro para la humanidad, hoy, es la destrucción de la familia. Lamentablemente incluso dentro de la Iglesia Católica cuesta entender el peligro terrible que corre la familia”.
Ilustrando la semana de encuentros y reflexiones que acaba de concluir, el arzobispo de Yangon recordó que “provenimos de muchas naciones, hablamos distintas lenguas. Pero, al igual que en el día de Pentecostés, la Eucaristía profundiza nuestras relaciones”. Éste es un momento “de Gracia” embellecido por la hospitalidad de las Filipinas y de sus habitantes, que el purpurado birmano definió como los “apóstoles de la sonrisa”.
El purpurado birmano subrayó la centralidad de Filipinas en la misión del tercer milenio. La única nación asiática de mayoría católica, advierte el purpurado -destinada a la “gloria, prosperidad y espiritualidad”- tendrá la tarea de “ser luz no sólo para Asia, sino para el mundo entero”. “Filipinas –dijo- necesitan de la esperanza. La Iglesia necesita esperanza. Nuestras familias necesitan esperanza. El mundo de hoy tiene gran necesidad de Esperanza.
Retomando el tema de la familia, el cardenal Bo recuerda que los filipinos tienen dos grandes gracias: “Su integridad familiar es fuerte. Tienen la tasa de divorcios más baja de la región. Muchas naciones ricas tienen dinero, pero no tiene familias. Y en segundo lugar, tienen un alto número de gente joven. ¡Qué bendición!”, señaló.
Como conclusión, el purpurado enfatizó “la centralidad de la Eucaristía, que sigue siendo “la fuente y el culmen de nuestro compromiso de vida”. “Debemos sentirnos revigorizados por la teología del Eucaristía”, concluyó el cardenal, “recordándonos siempre que la Primera Eucaristía fue celebrada por un hombre condenado, un hombre sin poderes, un hombre cuyo corazón “estaba pasando la tribulación”. “Pero el poder de la Eucaristía –advierte- fluía de aquellas manos vacías. Y continúa inspirándonos. La Eucaristía es verdadera presencia, la Eucaristía es misión, la Eucaristía es servicio”.
Una contundente manifestación de fe en la Eucaristía
Durante una semana, entre el 24 y 31 de enero, católicos de todo el mundo participaron en Filipinas del 51 Congreso Eucarístico Internacional. Peregrinos de más de 70 países llegaron a la isla de Cebú, al sureste de Manila, donde asistieron a conferencias, momentos de adoración eucarística y multitudinarias Misas.
Unos cinco mil niños recibieron la Primera Comunión en una emocionante ceremonia al aire libre. Sin embargo, el momento cumbre del Congreso fue la procesión eucarística que reunió a dos millones de personas en las calles de Cebú y ya es considerada como la más grande de la historia. Los peregrinos abarrotaron 5 kilómetros de camino en Cebú portando velas encendidas en una fiesta de luz, fe, amor y esperanza en torno a Cristo Eucaristía.
El papa Francisco envió un video-mensaje a la clausura del Congreso Eucarístico Internacional en el que recordó que la Santa Misa también “cambia los corazones” y “nos permite ser premurosos, proteger a quien es pobre y vulnerable y ser sensibles al grito de nuestros hermanos y nuestras hermanas en necesidad”.
En el video, el Papa recordó la visita que efectuó al país hace ahora justo un año. “Pude constatar en persona la fe profunda y la capacidad de recuperación de la población (a causa de los tifones). Bajo la protección del Santo Niño, el pueblo filipino ha recibido el Evangelio de Jesucristo hace unos 500 años. Desde entonces, dio siempre al mundo un ejemplo de fidelidad y de profunda devoción al Señor y a su Iglesia”.
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