El Miércoles de Ceniza, 10 de febrero, el Papa enviará los misioneros de la misericordia por todo el mundo, y les confiará la misión de predicar y de confesar, como una señal viva de “cómo el Padre recibe a quienes buscan su perdón”.
El presbítero Quijano es actualmente párroco de Santo Cristo, en San Isidro, y pronto tomará posesión de la parroquia Inmaculada Concepción (Tigre). También es director diocesano de Catequesis, miembro de la Sociedad de Catequetas Latinoamericanos (SCALA) e integrante del Comité de la RIIAL. Asimismo es autor de numerosos artículos publicados en revistas catequéticas y en publicaciones digitales.
En una entrevista a AICA, el sacerdote contó qué significó para él recibir el pedido del Papa para ser Misionero de la Misericordia.
-¿Te esperabas la noticia?
-Fue una sorpresa, yo había leído la bula Misericordiae Vultus en la que el Papa dijo “tengo el deseo de enviar misioneros de la misericordia”, pero nunca pensé que iba a ser para mí, uno siempre piensa que esas cosas son para otros. Me impactó muchísimo porque son esas cosas que uno no espera.
-¿Qué significa ser misionero de la misericordia?
-Ser misionero… No es que uno pierde el espíritu misionero, pero hace más de 30 años que soy párroco, y las responsabilidades, los compromisos, la vida parroquial, te van llevando a que te cueste salir. Entonces esto que el Papa nos propone de ser misioneros, me mueve mucho el corazón, y cuando me llegó la invitación, se me despertó de nuevo ese fervor misionero que tenía a los 17 años, cuando estaba en los grupos juveniles. Ahí está la fuente verdadera de lo que uno quiere con la evangelización, no quedarse esperando a que vengan, sino salir a buscarlo.
-¿Y de la misericordia?
-Eso también me pegó muchísimo. Porque “la misericordia” es una expresión que se utiliza mucho. Pero hice este ejercicio: revisé en mi vida personal, cuántas veces en mis 59 años había sido misericordioso y lamentablemente no encontré tantas veces. Por eso, la misericordia es un don de Dios, porque humanamente somos justos, pero ser misericordiosos, no es tan fácil sin su ayuda.
-¿Cuál es la función del misionero de la misericordia?
-La misión consiste fundamentalmente en despertar la misericordia en los demás, suscitarles ganas de ser misericordioso, entusiasmarlos en que las transformaciones y los cambios van a venir si actuamos perdonando a los demás.
-¿Y eso como lo logra?
-Como lo describe la bula Misericordiae Vultus, el misionero de la misericordia tendrá que ir en misión a los lugares donde se los convoque, lugares donde no hay misericordia, donde no hay consuelo, esos lugares donde la misericordia caiga y brille. Deberá confesar, predicar, acompañar en las misiones y generar en los demás una transformación misericordiosa.
-“Serán sacerdotes a los cuales daré la autoridad de perdonar también los pecados que están reservados a la Sede Apostólica”, dice la bula ¿Cuáles son esos pecados?
-Son los pecados que comportan la pena automática de la excomunión. Están enumerados en el Derecho Canónico. Algunos de ellos son la profanación de la Eucaristía, la violación del sigilo sacramental, la apostasía, la herejía, la violencia física contra el Papa... no son cosas comunes, no pasan todos los días.
El Papa también está permitiendo a los sacerdotes, durante el Año Jubilar, la posibilidad de perdonar el
asesinato de un inocente, el pecado del aborto. El papa Francisco así lo ha dispuesto para que todos los sacerdotes sean más misericordiosos.
-El 10 de febrero, Miércoles de Ceniza, será la misa de envío misionero, en Roma ¿Cómo te estás preparando?
-Me estoy preparando espiritualmente, rezando mucho y leyendo porque me enviaron varios textos sobre la misericordia. También paso tiempo buscando actos de misericordia que yo haya tenido que obrar para con otros, o veces en las que han sido misericordiosos conmigo. Lo hago porque la fuerza del anuncio que puedo hacer sobre la misericordia será mayor si cuento experiencias, porque la misericordia no es una cosa teórica, es una cosa de hacer. Por eso los actos de misericordia llevan ese nombre, porque invitan a hacer, actuar.
El presbítero Quijano viajará la semana que viene a Roma, junto con los otros 1071 misioneros de la misericordia de todo el mundo, para participar de la misa de envío.
-¿Cómo va a ser la agenda del viaje?
El día anterior a la misa de envío, el 9 de febrero, tendremos un encuentro personal con el Papa en el que nos dará instrucciones. Conociéndolo a Bergoglio, creo que será un lindo momento en el que nos va a decir qué es exactamente lo que pensó con esto, nos va a decir: “Muchachos yo quiero esto”.
El 10 de febrero, concelebraremos la misa del Miércoles de Ceniza con él, luego nos enviará a los misioneros de la misericordia a cumplir su tarea por el mundo.
-Una última reflexión… La lanza.
Me gustaría ser como la punta de una lanza, yo voy a poner en la misión el cuerpito, la punta, pero me gustaría que atrás de mí se sumaran muchos, como mediadores de la misericordia. No quiero sentir que voy yo a ser el misionero, sino que vamos muchos.
Conversando con mi tía, una monja carmelita, le dije que ella, desde el convento, es una misionera de la misericordia. “Yo sé que lo que diga allá en el ‘frente de batalla’, va a estar fundamentado con tu oración”, le dije.
Ojalá mi comunidad parroquial y todo aquel al que le llegue este testimonio se sienta que conmigo, embarcados en este proyecto de la mano de Dios, y yo poniendo la punta de la lanza y el resto empujando, vamos penetrando en un mundo que necesita del consuelo y de la misericordia.+
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