Un llamamiento a los teólogos para que reflexionen acerca de un determinado punto

Hace pocos días un obispo luterano sueco comulgó en la Basílica del Vaticano. Los obispos católicos suecos, en los días siguientes, emitieron un comunicado recordando la norma de la Iglesia acerca de este sacramento.
El Papa Francisco en una visita a una iglesia luterana hizo unas declaraciones interesantes a una mujer luterana casada con un católico acerca de este tema de la comunión cuando iba a la misa católica. No las voy a transcribir aquí, pues requeriría explicar e contexto. Pero no creo traicionar el espíritu de esas palabras si afirmo que van en la línea de lo que voy a decir adelante.
¿Cuál es mi opinión acerca de esta cuestión? Según mi modesto entender, yo creo que este tema sí que puede ser estudiado por los teólogos. Cierto que tenemos una tradición acerca de la unión entre la recepción del sacramento de la comunión y la comunión eclesial.
Pero no veo una imposibilidad dogmática en que un protestante que crea en la presencia real de Cristo en la Eucaristía y que, al mismo tiempo, esté en gracia de Dios pueda recibir este misterio. Cierto que, hoy por hoy, tal posibilidad no está contemplada en la legislación.
Pero recordemos que hasta el Vaticano II hubiera sido impensable que un ortodoxo comulgase en una misa católica. Y hoy, bajo ciertas condiciones, eso está permitido por el Código de Derecho Canónico. Eso implica que no es necesario de forma absoluta la comunión eclesial perfecta para la recepción de ese don. Basta una comunión suficiente (aunque no sea perfecta) para recibir ese don. Cuál sea esa comunión suficiente se deja a juicio de la Iglesia. Y en el caso de los ortodoxos la respuesta de la Iglesia ha sido positiva. La posibilidad para los protestantes considero que podría estudiarse.
El que obispos luteranos escandinavos, fieles anglicanos, episcopalianos y tantos otros bautizados pudieran acercarse con fe, respeto y devoción a recibir este don yo lo vería como un paso positivo hacia la creación de una gran comunión eclesial de todos los bautizados, todavía imperfecta, pero real.
Insisto en que, a día de hoy, tal posibilidad no existe. Todos debemos obedecer las prescripciones del Derecho Canónico. Yo no me considero exento a la obediencia a los sagrados cánones. Pero los teólogos deben reflexionar acerca de esto. Mi opinión es que no existe una imposibilidad dogmática, sino sólo razones de conveniencia.
Pero puede llegar el día en que en nuestras misas podamos tener de forma ordinaria a miembros de otras confesiones, que unas veces vayan a sus celebraciones y otras a las nuestras. Sobre todo eso sucede con frecuencia en el caso de un matrimonio mixto entre un protestante y un católico. 

Puede haber un presbiteriano casado con una católica que la mitad de los domingos va a misa y que cree en la presencia de Cristo en la Eucaristía y está en gracia de Dios. En fin, debemos reflexionar sobre este asunto. Yo no veo una imposibilidad teológica absoluta en ello, sólo razones de conveniencia para mantener la actual prohibición sin posibilidad de excepciones.

Lo que está claro es que hay que estar limpio y puro dentro del alma para recibir ese don sagrado que es la Eucaristía. Si un obispo luterano sueco en el Vaticano se acercase a recibir lleno de fe y amor el Sacramento, ¿es necesario (hablando en abstracto)  decirle que no de forma absoluta y echarle fuera de la mesa? A mí esa escena me hubiera dolido. Hoy día no hay otra posibilidad, pero creo que los teólogos pueden abrir puertas que hoy están cerradas. Lo que los cánones hoy permiten, lo permiten porque hubo teólogos que trabajaron para que se diera un paso adelante. Esto no es relativismo, sino la conciencia de que existe una comunión imperfecta pero real entre los cristianos de casi todas las denominaciones. 

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