Quisiera seguir con las reflexiones de ayer. No os asustéis, mi catolicidad no ha disminuido. Una cosa es el Magisterio y otra la cúspide innovadora de la teología, la que marcará nuevos caminos en la ciencia acerca de Dios: nuevos caminos del intelecto en los que no está todo dicho. De nuestra mayor comprensión de Dios, nacerá una profundización en la comprensión de la Iglesia o ciertas respuestas a cuestiones morales lícitamente debatidas; o, a veces, no debatidas, pero que admiten nuevos enfoques.
Una cosa es el Magisterio que es muy reducido y que preferiblemente debe ser pequeño. Una cosa es que los Papas y el colegio episcopal prediquen, y otra muy distinta es que traten de zanjar autoritativamente las cuestiones debatidas.
En mi libro, El león y las llaves trato el tema de otros cristianismos que hubieran sido posibles dentro del mismo esquema dogmatico-magisterial. Pero en el año 2017, son la corriente anglicanizante y la corriente ortodoxizante las únicas que tienen posibilidades reales de extenderse entre los obispos, en las facultades, entre fieles y sacerdotes. Otras posibilidades quedan para el estudio de la teología en estado puro.
Pero qué duda cabe que la verdad no se resuelve con una equidistancia geométrica. Sería muy sencillo buscar en todo la solución dando por supuesto que la solución a todo está en el término medio.
Desde luego, ahora hay un gran combate entre una teología que exalta la belleza de la verdad y con toda razón, y otra teología que exalta la necesidad de humanizar el concepto de ley férrea. Y es cierto que nuestras mentes nos han llevado a un punto en que parece que llegamos a una pared que no se puede atravesar. Más allá de esa pared tienes que optar por un camino que se distancia del otro. Y aquí no valen las prestidigitaciones: los dos caminos se distancian. Tampoco se resuelve la encrucijada con un all you need is love.
El nudo gordiano existe y no se puede hacer como si no estuviera allí delante de nosotros. Muchos desean, piden, claman por zanjar el asunto por vía magisterial. Pero mucho me temo que esta encrucijada no resulta el momento más favorable para ello. Cuando Trento respondió a Lutero, fue para reafirmar una teología que estaba clara. Pero, en este caso, acabar con situación a base de una inspiración ex alto a través del camino jerárquico parece querer hacer que una manzana madure a la fuerza, cuando todavía está verde.
La verdad es la verdad y seguirá siendo la verdad. Y porque es tan importante la verdad, merece que nos aproximemos a ella con todo respeto, cuidando todos los elementos humanos que nos han sido dados por Dios para nuestro acercamiento a ella.
Lo importante ahora es que no cerremos la cuestión en falso, que no cicatrice la piel eclesial sobre una cuestión no resuelta.
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