Pbro. Lic. José Marcos
Castellón Pérez
El Domingo 9 de julio pasado se llevó a cabo en el Oriente de la ciudad una consulta ciudadana para pedir la opinión de los ciudadanos en torno a la ciclovía de Marcelino García Barragán. En una ciudad como la nuestra la bicicleta es un medio de transporte que puede ser una solución alternativa a los problemas de la movilidad, contando que tenemos un déficit tanto de las vialidades como del transporte público, además de la saturación de vehículos particulares.
Se trata, pues, de un ejercicio democrático con una propuesta plausible que debe ser replicado constantemente y en el que las personas podemos, como ciudadanos, participar en el desarrollo y mejora de nuestro ambiente urbano. Pero esta consulta llega tarde y adolece de alternativas. Llega tarde porque las ciclovías ya están construidas sin previa socialización de parte de las autoridades estatales, que se encargan del tema de la movilidad; además que se construyeron al mismo tiempo en que se realizan los trabajos del tren ligero que tienen cerrada la avenida Revolución y, el corredor García Barragán, es prácticamente la única vía alterna que une Tlaquepaque con Guadalajara.
Del mismo modo, esta consulta adoleció de alternativas, pues la respuesta tenía que ser entre el sí estoy de acuerdo o el no estoy de acuerdo. Creo que todos estamos de acuerdo en que existan vías propias que garanticen la seguridad de ciclistas, pero que también garanticen la seguridad de los peatones o de quienes tienen que hacer uso de los medios de transporte público, que tienen que torear ahora también a los ciclistas, sobre todo en las paradas de ascenso y descenso. La mayoría estamos de acuerdo que haya ciclovías, pero no necesariamente en las avenidas que tienen mayor afluencia de vehículos y que, por motivos de seguridad para ciclistas, también ahora se les han colocado muchas de estas bollas cuadradas que, alentando la velocidad, pueden provocar mayor tráfico vehicular y, por lo mismo, mayor contaminación. Creo que también se deben favorecer vías de velocidad media que puedan hacer fluido el tráfico, que se ha convertido ya en un problema gravísimo en nuestra ciudad. Una ciudad amigable con todos debe garantizar que todos puedan tener una mejor calidad de vida y seguridad vial: el peatón, el ciclista, el motociclista, el automovilista, el chofer, etc. sin que proteger a uno signifique una pérdida para otro. Una ciudad que favorece a todos es una mejor ciudad.
Estamos de acuerdo en las ciclovías, pero no como las han proyectado ni en donde están ahora. Junto con ello seguimos esperando que los medios públicos de transporte sean de tal calidad, que desalienten el uso del automóvil personal. También la vialidad constituye un hilo del tejido social, que es una de nuestras prioridades pastorales.
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