Fernando Díaz de Sandi Mora
“Los hombres son a menudo, los carpinteros de sus propias cruces…”
San Felipe Neri
¿Nacimos para sufrir? ¿Somos visitantes con membresía en este de “valle de lágrimas”?
A todos nos “ha llovido en nuestra milpa”. De una forma u otra, tú y yo hemos pasado por momentos oscuros, complicados, muy difíciles de transitar en la vida. Al enfrentarnos a situaciones no planeadas, no programadas y mucho menos deseadas, nos llega un desajuste de los órdenes emocional, mental, espiritual y la vida toda se nos pone “patas para arriba”, provocando una sensación de dolor profundo, de un resquebrajamiento intenso de la existencia. Nada vuelve a ser lo mismo…
Sin mucho esfuerzo, estoy seguro que a tu mente ya se agolpan en este instante esos momentos que has enfrentado y que te han hecho apretar ojos y dientes y por los que has vertido más de una quemante lágrima. Has sufrido la pérdida de un ser querido, el fin de una relación, mudarte de una casa, quedarte sin trabajo, enfermedad de manera importante o incapacitante, en fin. Todos hemos mordido el polvo del camino.
¿Cómo logramos superar esas situaciones? ¿Cómo es posible que personas que conoces, incluso cercanas a ti, sean capaces de recuperar de manera rápida y sorprendente su alegría y su gozo por la vida? Porque son seres humanos que mantienen la mirada puesta en la vida y todo lo que hay en ella y tienen el valor de soltar, de “viajar ligeros”, sabiendo que en este camino de la vida nada ni nadie es tuyo y tú no eres de nada ni de nadie.
La paz es el lado opuesto al sufrimiento y una decisión, una nueva versión de la vida y de sí mismo que se construye la persona que acaba de pasar un trago amargo de realidad. Esa paz nos hace mirar hacia lo que todavía somos, hacia lo que todavía está, lo que todavía disfrutamos y hacemos en la vida, poniendo bajo los sentimientos de fe, de amor, de esperanza y gratitud, todo aquello que ahora ya no está pero que sí estuvo, dejó huella en nosotros y ahora de manera humilde y agradecida, soltamos al universo como un día, tú y yo, seremos soltados y de regreso al origen universal, el Amor que nos puso en este mundo…
Así que sufrir es una decisión personal. Hay quien sufre porque hace calor o hace frío, por la lluvia o por el aire, por una talla más o una de menos; hay quien ha decidido sufrir de todo, por todo y con todos. Son personas que se van al rincón de la vida a lamerse las heridas, siempre “les va mal” y jamás saben disfrutar de todo lo bello y bueno que hay en sus vidas.
¡Para de sufrir! Dios te soñó feliz, por favor… ¡Haz realidad su sueño…!
Facebook: Fernando D´ Sandi

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