Sonia Gabriela Ceja Ramírez
El sábado 26 y el domingo 27 de octubre se efectuó, en el Santuario de los Mártires, el X Congreso del Santo Rosario, organizado por los Religiosos Dominicos del Monasterio de Jesús María, en el que participaron cerca de 2,000 personas, aunque en la Misa del domingo a mediodía, que presidió el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo Emérito de Guadalajara, se reunieron casi 3,500 fieles.
Año con año, este evento, que ya cumplió una década, se realizaba en el Auditorio del Colegio Fray Pedro de Gante o ex Sala Charles Chaplin; sin embargo, al ver que resultaba insuficiente ese espacio, este año el Congreso se trasladó al Cerro del Tesoro, como un acto preparatorio a la celebración del Jubileo por los 800 años del surgimiento de la Orden de Predicadores.
Un “plus” ahora fue la presencia de las Reliquias de 190 Santos y Mártires de diferentes épocas y lugares del mundo.
Aunque la invitación fue abierta a todo el público, participaron principalmente Movimientos laicales eclesiales de corte mariano; por ejemplo, representantes de La Legión de María y de Encuentros con Cristo; miembros de la Familia Dominicana de Comunidades como Santo Domingo de Guzmán y de La Visitación; las Cofradías del Santo Rosario de diversas partes de Guadalajara y de lugares vecinos, como León, Ciudad Guzmán, Zapotlanejo, Capilla de Guadalupe, Aguascalientes y otros sitios de la Región, según informó Bertha Alicia Guerrero.
Durante el Congreso se impartieron ocho Temas, a cargo de Sacerdotes Diocesanos, Dominicos, una Hermana Dominica y una Doctora Laica. Además, estuvo presente Monseñor Ramiro Valdés Sánchez, Vicario General de la Arquidiócesis y, por supuesto, el Cardenal Juan Sandoval, quien durante las 10 anteriores promociones del Congreso siempre asistió.
Durante la homilía de la Misa, se refirió al Evangelio (Lucas 18,9-14) y centró su Mensaje en la soberbia, que, dijo, “es la lujuria del espíritu, y que se refiere a la gente que se cree buena por cualquier motivo (…) La Soberbia es un desprecio hacia Dios y un exaltarse a sí mismo”.
El Cardenal remarcó, de igual modo, que “cada ser humano es creado con amor, a imagen y semejanza de Dios; que ha sido redimido con la Sangre de Cristo; que es hijo de Dios por el Bautismo, y heredero de la Gloria; por eso, debemos respetar la dignidad de cada hijo de Dios”.
El Congreso dio por concluidos sus trabajos ese domingo alrededor de las 6 de la tarde.
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