Un Sacerdote, entre el dolor y el milagro

Recordado, al cumplirse un año del óbito del Canónigo José Guadalupe Becerra Barajas


Pbro. Óscar Maldonado Villalpando


Entorno de Calvario, señales de ternura maternal en su devoción a la Virgen de San Juan, generosidad en su entrega, un ministerio lleno de frutos materiales y espirituales. Su vida y su muerte representaron los valores más sublimes de nuestro pueblo.


LA TRAGEDIA A LOS 40 DÍAS
Becerra Barajas J. GpeEl Clan Becerra llegó a Jalostotitlán, Jal. Narciso Becerra González, el papá, nace en Pegueros, en La Mina, y de ahí se va a La Ciénega, en la Barca, donde se casa, en 1920, con Catalina Barajas Covarrubias. Procrean siete hijos; José Guadalupe es el menor, que nace el 28 de enero de 1931. Una mañana, en que don Narciso cabalga en su yegua, acaba siendo acribillado en una confusión policíaca, a resultas de los conflictos post-cristeros; el pequeño apenas tenía 40 días de nacido. La mujer fuerte, con su hijo entre el rebozo, sale a recoger el cadáver de su esposo y a darle cristiana sepultura.


LA VIRGEN LE SALVÓ LA VIDA
Guadalupe, a los 11 años busca empleo, a la par que estudia. En eso, sucede el accidente de su vida: en su trabajo, un camión le pasa por encima. Ahí, tirado, lo primero que piensa es que va a quedar inválido. Y, enternecido, le dice a la Virgen que no podrá ir más en la Peregrinación a San Juan, en La Candelaria; pero a la vez, le busca trato y le promete que si no ocupa hospital, porque no tienen dinero, si se salva, entrará al Seminario. ¡Y fue un milagro! Dramáticamente lo levantaron y vieron con asombro que se sostenía de pie; nada le había pasado, estaba sano y salvo.

Siguió estudiando; nadie sabía lo que había prometido; pero, misteriosamente, en 1946, su maestra lo animaba para que llegara bien preparado al Seminario. Entonces se regó la voz de que sería seminarista. Y se fue. Lo recibió el Padre Rector, José Salazar López.

Más penas sobrevinieron: murieron tres de sus hermanitas y un hermanito; quedaron sólo su mamá, un hermano y él.


SEMINARIO ITINERANTE AÚN
Sus estudios iniciales tuvieron lugar en diferentes lugares; uno de ellos, San Sebastián de Analco, hasta que llegaron al Mayor, que tenía su sede en San Martín, donde cursó el Primero de Filosofía. Luego le tocó estrenar Chapalita, en noviembre de 1950.

El estilo de Dios es que pide sin medida. En 1951 es elegido para estudiar en Montezuma, Nuevo México, U.S.A. Estando allá, fallece el último de sus hermanos; su madre no le avisa, para no distraerlo; en 25 años la familia se fue acabando. Le permiten venir para ver a su madre en 1956; aquí recibe las Órdenes Menores y se regresa. El Señor lo probó como el oro en el crisol hasta recibir el sacerdocio, el 6 de abril de 1957. Aquel muchacho alteño, rubio, alto y de ojos intensamente azules, era ya un Sacerdote feliz, entusiasta y alegre.


ESPLÉNDIDO MINISTERIO
Temporalmente ejerce su ministerio en Tepatitlán; luego, es enviado a Jalostotitlán como Vicario. Consolida ahí una comunidad fervorosa y eucarística. Cinco años después, en 1963, es elegido para Superior del Seminario Menor en San Martín, donde permanecerá siete años fructíferos, siendo recordado como un Formador amable y optimista.


ÉPOCA DE ORO: SAN MIGUEL EL ALTO
El 15 de octubre de 1970 era recibido por la hermosa ciudad de la cantera rosa, de los balcones bellos, de las mujeres bonitas, de los cristianos nobles. El Curato era una casa vieja y en mal estado. Doña Cata lo acompañaba. Al fin estaban juntos los dos. Fueron 14 años, pues el 26 de febrero de 1984, quedó solo el señor Cura, el elegido, el único sobreviviente de aquella familia.


GRAN OBRA ESPIRITUAL Y MATERIAL

Se dedica a edificar un magnífico Curato y un hermoso auditorio, digno de su finalidad y de San Miguel el Alto. Surge así uno de los conjuntos arquitectónicos más hermosos que pueda haber en torno a una Parroquia. Ahí fue un bondadoso y siempre alegre Padre para su pueblo, donde fundó, además, la Escuela Preparatoria, siendo Profesor de Filosofía y Etimologías, y manteniéndose así en constante contacto con la juventud.

Al crearse, en 1972, la nueva Diócesis de San Juan de los Lagos, a don J. Guadalupe, que fue un verdadero pionero en muchos aspectos, se le encargó el cuidado de la salud sacerdotal, y lo hizo espléndidamente.

Permaneció 25 años al frente de la grey sanmiguelense, hasta que el 3 de julio de 1995 fue llamado para formar parte como Canónigo del Cabildo de la Catedral de la Diócesis alteña.

Celebró sus Bodas de Oro Sacerdotales en abril de 2007. 17 años se mantuvo a las plantas de la Virgen de San Juan. Allá en el Coro, elevaba cotidianamente la oración oficial de la Iglesia Universal, ante la devota mirada de miles de peregrinos. Cumplidos los 75 años, pudo retirarse, pero optó por quedarse junto a la Madrecita del milagro cirquero, pues también él había sido salvado de la muerte por esa prodigiosa imagen. Ahí quiso consumir hasta el último minuto de su existencia. Y así fue.

A las 8 de la mañana del 2 de octubre de 2012, su alma fue llevada al Santuario del Cielo.


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