En ella se dieron cita unas 5.000 personas, convirtiendo el hermoso lugar en un centro de acogida, para expresar la fe y disfrutar de un día familiar. Con el soleado día se expresó la clara voluntad de Dios de seguir celebrando una tradición que hunde sus raíces en una profunda historia religiosa. Luego de la celebración Eucarística y de la costumbre de llevar la Cruz al trigo, se dio paso al Show artístico con la participaron de diversos grupos de folklor, tales como: Altamar, Huichanalhue, Millantué, Aguilas del Monte, Los Primos del sur y Los Charros de Tucapel, entre otros.
La Eucaristía fue presidida por el párroco padre Tomás Carrasco, concelebrada por el vicario parroquial padre Rodrigo Vilches, diáconos y acólitos. En la homilía el padre Tomás invitó a los fieles a reflexionar sobre tres temas: La bendición de la cruz, la vida de San Francisco y la oración por nuestra patria.
1. La bendición de la cruz una tradición: … “No podemos dejar de mirar la tradición como una herencia, que surge del sentir y sencillez de nuestros padres, abuelos y pueblo fiel de piedad popular. Que buscaban la bendición por parte de Dios para sus hogares, campos y animales, bajo el madero de la cruz. Ella es una tradición religiosa que se ha trasmitido por varias generaciones en los sectores rurales de esta parroquia, pero que con la migración de las familias a la ciudad amenazaba con desaparecer, constituyendo un peligro para nuestra cultura y religiosidad popular, ya que abandonando nuestras tradiciones otras corrientes de origen pagano que distorsionan nuestra fe, comienzan a tomar su lugar.
Por este motivo, felicito a todos los que han traídos sus cruces, aun no teniendo ya sus trigos, pero vuelven a sus hogares llevando un preciado signo de bendición, a través de su cruz. Cuiden esta herencia, propia de estos lugares, para que cuando sus hijos y nietos también sean mayores, no la recuerden como algo del pasado sino que la vivan y disfruten como hoy nosotros lo estamos haciendo…”
2. Vida de San Francisco; … “No puedo dejar de hablar de quien, con su intercesión, protege nuestras familia, sembrados, campos y animales… Quiero que nos detengamos un momento en un evangelio viviente, el mandamiento del amor hecho vida. La historia de este Santo no deja de atraernos porque es una vida donada en su integridad a Dios. Hoy cuando el mundo pone su confianza en sí mismo, buscando su fin en el lucro, el poder o la satisfacción personal, rechazando a Dios y los valores del Reino; reflexionar sobre la vida de San Francisco es como mirar en un espejo, porque hay dentro de cada uno de nosotros un Francisco oculto, aunque somos, hombres y mujeres del mundo, estamos llamados a ser hombres y mujeres de Dios sin dejar de ser plenamente humanos. Como él, hemos sido llamados a ser santos.
San Francisco fue un amigo de la naturaleza y hoy nos acercamos a Dios disfrutando y agradeciendo lo que ha puesto a nuestra disposición: el campo, sus siembras y los mil verdores que encierran esperanzas, las plantas y las flores que nos maravillan, sus animales que son expresiones del amor de Dios. Todo eso y mucho mas fue lo que encontró Francisco y que volcó su amor hacia la creación, y que nosotros debemos imitarle. Francisco, vivió su propia cruz; la de la sencillez, del sacrificio, de la entrega, del alejarse de su propia familia y sus riquezas, incluyendo la desobediencia paterna para entregarse al servicio de Dios.
En el interior de Francisco sonaban aquellas palabras del Señor, que hoy hemos escuchado y el pobre Lázaro ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico. Para muchos de nosotros el evangelio está propuesto como un ideal, una utopía; para Francisco fue una práctica, una forma de vida, una exigencia. Se puso a vivir la radicalidad de Evangelio, fue enloquecido con la locura de la cruz de Cristo. El deseo de Francisco de identificarse plenamente con el Evangelio fue manifestado en su identificación con el Cristo pobre y crucificado. Tan fuerte fue este deseo que asumió la pobreza misma como signo innegable de su comprensión del amor preferencial de Dios para los últimos de la sociedad.
El mejor homenaje que podemos ofrecer hoy a este gran santo es hacer lo que él hizo: creer en la palabra de Dios y ponerla en práctica, vivir los valores del Reino para que desde nuestro testimonio vayamos construyendo, dentro de este mundo, el Reino de Justicia, de Paz y de Amor…”
Padre Tomás Carrasco C.,
Párroco de Parroquia San Diego de Alcalá
Tucapel
Diócesis Santa María de Los Ángeles
Fuente: Comunicaciones Los Angeles
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