Recuerdan al padre Trusso, co-traductor del Libro del Pueblo de Dios-La Biblia

Buenos Aires (AICA): En el 10º aniversario de su muerte, la Fundación Palabra de Vida rindió homenaje al “querido y recordado” Mons. Alfredo Trusso, co-traductor de “El libro del pueblo de Dios. La Biblia” y vicepresidente por 30 años de la Fundación que puso al alcance de todos la Sagrada Escritura en un lenguaje propio de los países rioplatenses. El padre Trusso, como se lo conocía, falleció el 29 de enero de 2006 a la edad de 84 años, en la parroquia de Todos los Santos y Ánimas, de la que fue párroco por 46 años y fue inhumado por su expresa voluntad en el popular Cementerio de la Chacarita.
En el décimo aniversario de su fallecimiento, el consejo directivo de la Fundación Palabra de Vida rindió homenaje al “querido y recordado” monseñor Alfredo Bernardo Trusso, co-traductor de “El libro del pueblo de Dios. La Biblia” y vicepresidente por 30 años de la Fundación que puso al alcance de todos la Sagrada Escritura en un lenguaje propio de los países rioplatenses.

El padre Trusso, como se lo conocía cariñosamente, falleció el 29 de enero de 2006 a la edad de 84 años, en la parroquia de Todos los Santos y Ánimas, en el barrio porteño de la Chacarita, de la que fue párroco desde 1950 por 46 años y fue enterrado por su expresa voluntad en el popular Cementerio de la Chacarita.

Monseñor Alfredo Bernardo Trusso
Nació en Buenos Aires el 19 de septiembre de 1921 y fue ordenado sacerdote por el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Santiago Luis Copello, en la catedral metropolitana, el 22 de septiembre de 1945. Tras permanecer casi dos años en la parroquia Santa Julia, fue enviado a perfeccionar sus estudios en Roma. A su regreso, el 24 de junio de 1950 el cardenal Copello lo nombró párroco de Todos los Santos y Ánimas, donde permaneció hasta el 28 de abril de 1996. El 8 de marzo de 1991 el cardenal Antonio Quarracino le entregó el título de Prelado de Honor de Su Santidad, con que lo distinguió el papa Juan Pablo II.

La renovación litúrgica
Enrolado en el movimiento de renovación litúrgica que encabezaba en nuestro país el obispo monseñor Enrique Rau, a comienzos de 1951, es decir, pocos meses después de su llegada a la parroquia, recibió con gran alegría la noticia de que Pío XII autorizaba el nuevo ritual de la restauración de la Vigilia Pascual según el rito primitivo.

En 1957, bajo la dirección de monseñor Rau, redactó en gran parte el “Directorio Litúrgico Pastoral para la participación activa de los fieles en la celebración de la misa”.

También preparó y editó varios libros para la participación del pueblo en la Eucaristía, entre ellos “Padre Santo” y “Vayamos a la Mesa”, destinados a impulsar y orientar dicha participación y que tuvieron amplia difusión. Fue en ese mismo año 1957 -siete años antes de que se iniciara el Concilio Vaticano II-, que en el templo parroquial de Todos los Santos y Ánimas comenzó a celebrarse la misa “de cara al pueblo”.

El Libro del Pueblo de Dios
Paralelo al movimiento litúrgico corría el movimiento bíblico que promovía una mayor profundidad en el estudio de la Sagrada Escritura y la difusión popular de la Biblia, tarea que contó con la adhesión de monseñor Trusso. Eso y la introducción del uso de la lengua vulgar en las celebraciones litúrgicas y en la proclamación de la Palabra de Dios fueron el acicate para la obra más importante del trabajo literario de monseñor Trusso: la versión argentina de la Biblia, conocida con el nombre de “El Libro del Pueblo de Dios”.

Esta tarea, que le llevó más de 20 años, la realizó junto con el presbítero Armando J. Levoratti y la colaboración de otros sacerdotes y laicos. Para poder difundir mejor esta versión de la Biblia en un lenguaje adaptado a la manera de hablar rioplatense, por iniciativa y con el decidido apoyo de monseñor Desiderio Elso Collino, obispo de Lomas de Zamora, se creó en 1976 la Fundación Palabra de Vida, de la que monseñor Trusso fue uno de los miembros fundadores.

A pedido de monseñor Jorge Kemerer, obispo de Posadas, iniciador en la Argentina de las celebraciones sin sacerdote y propulsor de ellas en el Concilio Vaticano II, escribió un libro titulado “Reunidos en nombre del Señor”–Celebraciones dominicales y festivas donde no hay sacerdote-. También publicó a través de la Fundación Palabra de Vida muchos libros sencillamente presentados pero de un gran contenido pastoral.

Pastor de su grey y sensibilidad social
Como párroco, monseñor Trusso fue un verdadero pastor de su comunidad parroquial. Caminó y caminó su barrio visitando enfermos, compartiendo comidas en las casas y todos los acontecimientos familiares. Acompañó a los familiares en los velatorios, jugó con los niños de la iniciación cristiana que él mismo les daba. Durante más de diez años acompañó la visita de la imagen de la Virgen de Luján por las casas del barrio donde presidió las celebraciones de la Palabra y se solidarizó con los más pobres de su feligresía y de la vecindad.

Presidió la “Obra Social Estela Picasso”, que construyó 42 viviendas para familias necesitadas del barrio. Era notable su interés por la Catequesis de Adultos, por la preparación para el Bautismo y por los encuentros de preparación al matrimonio.

Nunca improvisaba sus homilías y siempre las hacía comentando el texto bíblico. La edición de sus Homilías lo confirma.

Sus últimos siete años de vida los dedicó a los pobres, en especial a las enfermas del Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Moyano, a quienes les brindó todo su amor. Una de sus frases predilectas era: “El que no vive para servir no sirve para vivir”.+

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