Pbro. Guillermo Chávez Aguayo
El amor del Papa por la Virgen, lo hace frecuentemente encontrarse con el pueblo; creyente o no, suscita emociones masivas por sus diálogos directos, por su verticalidad para llegar al corazón de la gente a través del Evangelio de Jesús. Habla con la fuerza de su presencia y convicción; rompe barreras y concita nuevas experiencias de acercamiento a la Iglesia, a su Madre María, a Jesucristo…
Un día 13 de mayo de 1917, en Cova de Iria, lugar donde ahora se levanta el Santuario de Fátima , tres pequeños pastorcitos Lucía, Francisco, y Jacinta tuvieron un encuentro maravillosa “con una Señora más brillante que el sol”. 100 años después el 13 de mayo de 2017 miles de peregrinos se encontraron con la misma señora revestida de luz y esparciendo la luz de Dios, uno de esos peregrinos era el PAPA Francisco que había anunciado que vendría a Fátima como peregrino de paz; Fátima es y seguirá siendo un icono mundial que evoca las ansias de una humanidad doliente que busca la Paz en un mundo que mira con preocupación muy en concreto y amenazador algo muy cercano.
Con 80 años de edad, acabados de cumplir Francisco es el primer Jesuita elegido PAPA, oriundo del continente Americano, y el primero no europeo investido como PAPA en más de 1200 año; es el cuarto PAPA en visitar Portugal, después de Paulo Vl “13 de mayo de 1967”, Juan Pablo ll “12 a 15 de mayo de 1982, 10 a 13 de mayo de 1991, 12 y 13 de mayo del 2000” y Benedicto XVI 11 a 14 de mayo del 2010”.
Son 100 años de las apariciones de la Virgen María en Fátima y es precisamente en este contexto histórico, que el vicario de Cristo viene como un peregrino de paz, como uno de tantos peregrinos que viene a rezar y pedir la paz para las familias y el mundo entero a la señora del ”Inmaculado Corazón de María” que es refugio y camino que conduce a Dios. Ha querido ser el grito que se levanta para pedir la paz desde este “rompeolas con ecos globales” y rezarle a la Virgen de la Paz en Fátima rogándole que resuene en los corazones de la gente ese deseo de paz tan urgente en nuestros días,
Su visita además de celebrar el centenario de las Apariciones fue gran motivo de gozo y alegría para el pueblo de Portugal, pues el Santo Padre había venido a canonizar a 2 de aquellos pastorcitos: Francisco y Jacinta, que fueron testigos del mensaje de conversión dado para la humanidad: “oren, oren mucho y hagan sacrificios…”
Su presencia fue como él lo quiso: ser un peregrino más sin ninguna intensión que la de rezar por la concordia de los pueblos, e invitar a toda la muchedumbre venida de más de 70 países a elevar su voz para pedir por la paz universal. “Derribaremos todos los muros y superaremos todas las fronteras” afirmó el Papa Francisco, y sin alusiones políticas, solo referencias a la paz universal y a la oración, se postró con un grupo de niños evocando a aquellos pastorcitos que hace 100 años miraban a la Señora del cielo, para orar por el bien de la humanidad ante la imagen de Nuestra Señora del Rosario.
Sin duda un Pastor metido hasta la médula de los problemas más agobiantes del planeta, de un mundo necesitado de líderes espirituales que le hablen sin miedo al corazón para buscar la salud mental, social y religiosa.
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