Primer Domingo de Adviento







aadv10“¡Casa de Jacob, en marcha! Caminemos a la luz del Señor”. Reflexión de Mons. Ruy Rendón, para el domingo 01 de diciembre.


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“¡Casa de Jacob, en marcha! Caminemos a la luz del Señor”




Isaías 2,1-5

Romanos 13,11-14

Mateo 24,37-44




La Navidad es, sin duda, una de las principales fiestas que tenemos en el año. El ambiente que rodea esta festividad nos invade por doquier: adornos, arbolitos, luces, esferas, ofertas, compras, regalos, nacimientos, posadas, cenas, piñatas, ponches, aguinaldos, dulces, cacahuates, vacaciones, etc., etc. La Iglesia, nuestra amada Iglesia, fiel depositaria del Mensaje que Dios comunica al ser humano en la persona de su Hijo Jesucristo, nos invita, de nuevo, a prepararnos de manera adecuada para celebrar la Solemnidad del Nacimiento del Hijo de Dios en el portal de Belén. La preparación comienza precisamente este domingo y se prolonga hasta el 24 de diciembre por la tarde.


Los textos bíblicos que estaremos escuchando durante el adviento (tiempo litúrgico que nos prepara para la Navidad), nos ayudarán para ir entendiendo, poco a poco, que la preparación y la Fiesta misma del nacimiento del Niño Dios, no es un asunto meramente social, de pesos y centavos, de gastos innecesarios y despilfarros, de comilonas y borracheras; se trata, más bien, de una cuestión de cambio de actitud hacia los demás, hacia las cosas materiales, hacia Dios y hacia nosotros mismos. Ser más solidarios, menos egoístas, más compartidos, menos pesimistas, más fraternos, menos agresivos, más responsables, menos soberbios, más humildes; en fin, este tiempo es, sobre todo, tiempo para crecer en el amor a Dios y en el amor al prójimo.


La primera lectura, tomada del libro del profeta Isaías, nos propone ponernos en camino hacia la fiesta de la Navidad, siempre iluminados por la luz del Señor en su Palabra: “Vengan subamos al monte del Señor…, para que él nos instruya en sus caminos y podamos marchar por sus sendas... ¡Casa de Jacob, en marcha! Caminemos a la luz del Señor”. El profeta también nos insiste en ser constructores de paz en cuanto que el nacimiento del Salvador favorecerá un tiempo de tranquilidad y armonía: “De las espadas forjarán arados y de las lanzas, podaderas; ya no alzará la espada pueblo contra pueblo, ya no se adiestrarán para la guerra”.


San Pablo, por otra parte, con las hermosas imágenes de la noche y el día, nos exhorta a vivir en gracia de Dios y en paz con nuestros semejantes, desterrando de nuestro lado los vicios y todo aquello que se opone a la ley divina: “Ya es hora de que se despierten del sueño… La noche está avanzada y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y revistámonos con las armas de la luz…”.


El evangelio, por último, en una frase significativa que siempre debe resonar en nuestro corazón, nos recuerda la importancia que tiene la vigilancia cristiana: “Velen, pues, y estén preparados…”. “Velar” y “estar preparados” son dos verbos que, en modo imperativo, orientan claramente nuestro camino de este adviento: estar atentos para mantener la vida de la gracia, sin que nada ni nadie pueda apartarnos de lo que nos hace verdaderamente felices: la amistad con el Señor.


Pidamos a nuestro Padre Dios, en la Misa de este primer domingo de adviento, recorrer este tiempo de espera gozosa, escuchando atentamente su Palabra que es luz en nuestro camino. Amén.




+Ruy Rendón Leal

Obispo de Matamoros




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