Adviento, tiempo de esperanza, por el arzobispo de Barcelona


Adviento, tiempo de esperanza, por el arzobispo de Barcelona, cardenal Lluís Martínez Sistach


Uno de los mensajes más presentes en los actos y en las palabras del papa Francisco es la llamada a la esperanza.


Profundamente devoto como es de la Virgen, el 24 del pasado mes de julio, cuando ya estaba en Río de Janeiro para presidir los actos finales de la Jornada Mundial de la Juventud, quiso hacer una visita al santuario de la Inmaculada Concepción de Aparecida, patrona de Brasil.


Allí celebró la eucaristía e hizo esta petición a los numerosos peregrinos que le escuchaban: “Mantened la esperanza. Dios no deja nunca que nos hundamos. El mal existe en nuestra historia, pero no es el más fuerte, el más fuerte es Dios y Dios es nuestra esperanza”.


Al anochecer de aquel día, de regreso a Río, visitando el Hospital de San Francisco de Asís dijo a los jóvenes y adultos: “Quisiera repetiros a todos vosotros: no os dejéis robar la esperanza”. “No os dejéis robar la esperanza “, dijo una vez más. Y aún añadió: “No robemos la esperanza, más aún, hagámonos todos portadores de esperanza”.


El Adviento, que empezamos este domingo, es un tiempo y un camino de esperanza. El Señor viene continuamente. El Adviento nos invita a vivir diversas venidas del Señor. Él vino, su primera venida fue la que tuvo lugar en Belén, fue el nacimiento del Salvador, del que celebraremos el 25 de diciembre un nuevo aniversario. Es un hecho histórico, ya que nuestra fe cristiana está inmersa en el tiempo, en la historia de la salvación.


Pero esta primera venida no queda allí, en el pasado. Jesús, el Jesús de la cueva de Belén, nace cada día en los que creen en él y lo acogen como su Señor y Salvador, como el Hijo de Dios hecho hombre. Nace cada día en cada uno de los hombres y las mujeres que nos rodean, en sus sufrimientos y en sus alegrías. Nos tenemos que preparar para esta venida actual del Salvador. Por eso, los cristianos debemos mirar el presente y vivirlo con aquel amor que nos desnuda del egoísmo, nos hace solidarios y llena nuestra vida de la gloria de Dios que un día poseeremos en plenitud.


Porque el Adviento también nos prepara para la venida definitiva del Señor Jesús. Aquel que tomó nuestra carne, se hizo hombre y nació pobre y humilde en una cueva, se nos manifestará en gloria y majestad al fin de los tiempos para instaurar el cielo nuevo y la tierra nueva, la eternidad con Dios en la gloria del cielo.


Fundamentados en la fe de un Salvador que vino, ahora vivimos la esperanza del mismo Salvador que viene y que vendrá. Por ello, sobre todo en este tiempo de Adviento, las oraciones de la Iglesia están impregnadas de espera y en la Eucaristía, cuando Jesús vuelve a nacer en el altar, le decimos cada día: “Ven, Señor Jesús”.


Como dijo el papa Francisco a los jóvenes que participaron en la última Jornada Mundial de la Juventud durante su estancia en Brasil: “No os dejéis robar la esperanza. Fijad vuestra mirada en Cristo, escuchadlo, seguid sus huellas. Él no nos abandona nunca, ni siquiera en los momentos más oscuros de la vida. ¡Él es nuestra esperanza!” Ésta es la invitación que os hago en este inicio del tiempo de Adviento, que es tiempo de esperanza.


+ Lluís Martínez Sistach


Cardenal arzobispo de Barcelona


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