Carta de Eusebio Hernández Sola, obispo de Tarazona para el I Domingo de Adviento 2013


Carta de Eusebio Hernández Sola, obispo de Tarazona para el I Domingo de Adviento 2013


ADVIENTO: Salir al encuentro de cristo con la oración y la caridad


Queridos hermanos y amigos: Al comenzar el Adviento pedimos en la colecta de la Misa de este domingo que el Señor avive en nosotros el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene. Es por lo tanto un tiempo litúrgico centrado en Cristo al que queremos acoger en nuestras vidas.


Espiritualmente el Adviento nos impulsa a la espera de Cristo al final de los tiempos, es decir la Parusía, y en esta idea se centran las lecturas y oraciones del primer tiempo del Adviento; por otra parte, aparece en un segundo lugar la perspectiva de la Navidad que se centra en el Emanuel, es decir el Dios con nosotros.


Cada vez que recitamos el Credo afirmamos la primera realidad que celebramos en el Adviento, así decimos: de nuevo vendrá con gloria para jugar a vivos y muertos (Credo nicenoconstantinopolitano), o bien, desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos (Credo de los Apóstoles). Conviene, pues, subrayar en este tiempo lo que tantas veces repetimos en nuestras Misas y oraciones: Venga tu reino; ven, Señor Jesús; mientras esperamos tu venida gloriosa; Bendito el que viene en el nombre del Señor.


La segunda venida del Señor es fundamental para comprender y vivir la esperanza cristiana. El cristiano dejaría de serlo si no espera y pide la vuelta del Señor. Revitalicemos en este Adviento esta realidad de nuestra fe cristiana, ojala vivamos con intensidad la confianza de este triunfo final de Nuestro Señor en el que definitivamente instaurará su Reino.


En función de esta segunda venida de Cristo el Adviento nos invita a dos actitudes que debemos mantener siempre en nuestra vida cristiana. La primera es la oración y la según da es la caridad.


La oración se debe hacer más intensa en nuestra vida personal y comunitaria en este tiempo de Adviento. En la oración colecta del lunes de la primera semana decimos:


Concédenos, Señor Dios nuestro, permanecer alertas a la venida de tu Hijo, para que cuando llegue y llame a la puerta nos encuentre velando en oración y cantando tu alabanza.


También en el prefacio II de este tiempo encontramos la misma idea:


El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza.


Es el momento, por lo tanto, de que cada uno de nosotros busquemos tiempos personales y comunitarios para orar y celebrar nuestra fe. Por ello, para nosotros y para toda la humanidad, pedimos los dones del Señor y, que a pesar de nuestra fragilidad, Él nos fortalezca, nos libere de las esclavitudes, nos dé su gracia y que se acreciente en nosotros el sabernos peregrinos encaminados hacia la meta que es el mismo Cristo.


Es también un tiempo para incrementar la caridad que nos hace descubrir en el rostro de cada hombre al Señor que sale a nuestro encuentro, como nos dice el prefacio III de Adviento:


El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria viene ahora a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la esperanza dichosa de su reino.


Un reto para nuestra fe es pedir, por lo tanto, que en este Adviento nos dé el Señor un corazón nuevo y unos ojos nuevos para “ver” a Cristo en cada hombre y en cada acontecimiento y descubrir en palabras del papa Francisco que “si en nuestro corazón no hay misericordia, no estamos en comunión con Dios”.


Con todo afecto os saludo y bendigo.


+ Eusebio Hernández Sola, OAR


Obispo de Tarazona


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