Vivir en la pantalla

Convierte tu refrigerador en una pantalla de la Misericordia

Proponemos 10 pensamientos significativos de los Padres de la Iglesia, del Libro del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización; te invitamos a copiarlas y a ponerlas en tu refrigerador para que toda la familia pueda leerlas y releerlas durante todo el Año Jubilar.

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1) San Ignacio de Antioquía
Lee su propio martirio como un signo de la Misericordia Divina.
“Hermanos míos, mi corazón rebosa de amor hacia vosotros; y regocijándome sobremanera, velo por vuestra seguridad. Con todo, no soy yo, sino Jesucristo; y el llevar sus cadenas aún me produce más temor, por cuanto aún no he sido perfeccionado. Pero vuestras oraciones me harán perfecto [hacia Dios], para alcanzar Misericordia” (Carta a los cristianos de Filadelfia 5, 1).
2) San Clemente Romano
Invita a la caridad y unidad a los cristianos de Corinto en la oración final de su carta.
“Obedezcamos, por tanto, a su grandiosa y gloriosa voluntad. Suplicando su Misericordia y su Bondad, postrémonos y dirijámonos a su piedad, abandonando la vanidad, la discordia y los celos, que conducen a la muerte” (Carta a los cristianos de Corinto 9, 1).
3) San Policarpo de Esmirna
Exhorta a los cristianos de Filipos a huír de los vicios y a vivir la Misericordia Divina con una vida coherente:
“Que los Presbíteros sean indulgentes y misericordiosos hacia todos, llamen a los extraviados y visiten a todos los enfermos sin descuidar a la viuda, al huérfano y al pobre, y sean solícitos en el bien ante Dios y los hombres” (Carta a los Filipenses 6, 1. 2).
4) San Justino
Este Apologeta y Mártir del Siglo II recuerda que la Misericordia Divina se extiende sobre justos e injustos, sin distinciones.
“Podemos observar que Dios Omnipotente es manso y misericordioso, hace resplandecer el Sol sobre justos e injustos, y manda la lluvia sobre santos y malvados” (Diálogo con Trifón, 96).
5) San Gregorio Nacianceno
Obispo y Doctor de la Iglesia, describe así las Obras de Misericordia en un discurso sobre el amor a los pobres:
“Conquistémonos la bendición… intentemos ser benévolos. Ni siquiera la noche suspenda tus deberes de Misericordia. No digas: ‘Volveré atrás y mañana te ayudaré’. Que ningún intervalo se interponga entre tu propósito y la obra de beneficencia. La beneficencia, de hecho, no admite titubeos” (Discurso 14, 38. 40).
6) San Cromacio
Obispo de la antigua Aquileia, dice así en su comentario al Evangelio de San Mateo:
“El Señor de las Misericordias dice que los misericordiosos son bienaventurados. Con esto quiere decir que nadie puede obtener Misericordia del Señor si, a su vez, no usa Misericordia. En otro lugar se dice: Sed misericordiosos como el Padre que está en los Cielos es misericordioso” (Comentario a Mateo 17, 6).
7) San Ambrosio
Obispo de Milán, nos muestra al Padre celeste que corre al encuentro del hijo arrepentido.
“Cristo se te echa al cuello, porque quiere quitarte del cuello el peso de la esclavitud, e imponerte un dulce yugo” (Exposición del Evangelio de San Lucas 7, 229-230).
8) San Juan Crisóstomo
Patriarca de Constantinopla y Mártir, nos dejó lecciones de Misericordia concreta:
“Parece, a primera vista, que la recompensa sea igual al bien que se ha hecho; pero, en realidad, es infinitamente más grande. Los hombres practican la misericordia como hombres y obtendrán a cambio Misericordia del Dios del Universo. La misericordia humana y la divina no son iguales: entre ellas hay tanta distancia como entre la maldad y la bondad” (Comentario a Mateo 15, 4).
9) San Cirilo
Obispo de Alejandría, cuenta cómo los Padres del Concilio de Éfeso daban papel central a la Misericordia en la Revelación Divina.
“En estrecha cercanía con las virtudes ya recordadas, está la Misericordia. Ella es buenísima, muy agradable a Dios, y adecuada en sumo grado para las almas pías. Sed misericordiosos, dice, como vuestro Padre que está en los Cielos es misericordioso” (Comentario a Lucas. Homilía 29).
10) Isaac de Nínive
En un texto muy bello, nos recuerda que la Misericordia debe superar a la Justicia:
“Pero yo digo que si el misericordioso no supera la justicia, no es misericordioso. Es decir, deberá ser misericordioso con los hombres no sólo dando de lo suyo, sino también soportando la injusticia voluntariamente y con alegría” (Discursos ascéticos 4).

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