El sacerdote católico Bruno Rossi es de Padua, Italia, pero vive en Tailanda desde 1999, gracias a un proyecto común de 15 diócesis del Triveneto (las tres Venecias). Junto a otros tres misioneros atiende a 40 pueblos en los montes en las provincias de Chiang Rai, Lampang y Laamphun. Un centro de formación hospeda a estudiantes que viven muy lejos de las escuelas. El proyecto “Café Bruno”, ayuda a los campesinos locales creando un producto de altísima calidad y becas de estudio para los jóvenes.
Dar a los estudiantes una casa para frecuentar la escuela, seguir a los católicos que viven en los pueblos en las montañas y ayudar a los cultivadores locales de café. Son algunas de las actividades de las cuales se ocupa el padre Bruno Rossi, misionero “fidei donum” desde 1999 en Tailandia. El padre Rossi forma parte de un proyecto organizado por 15 diócesis del Triveneto, que a mitad de los años 90 han pensado abrir una misión en Asia.
Esta aventura, cuenta el sacerdote, “es una novedad desde dos puntos de vista: por el modo en el cual está organizada y luego porque somos los primeros misioneros “fidei donum” en el mundo en enfrentar a Asia. El objetivo original era también el de acercar las diócesis de Italia y sus comunidades, colaborando en un proyecto común”.
Todo nació de la relación con los misioneros del Pime, ya presentes en Tailandia de hace tiempo: “Ahora-explica el padre Rossi- somos cuatro, tres de la diócesis de Padua y uno de Belluno. Nos establecimos en la provincia de Chiang Rai, en el noroeste del país, pero tenemos dos parroquias en Chaehom (provincia de Lampang) y una en Lamphun, región muy industrializada”. En total, los sacerdotes se ocupan de 40 pueblos, habitados por diversas tribus (akha, lahu, hmong, Karen…).
A la llegada de los misioneros, las dos iglesias no existían y la misa era celebrada se celebraba muy saltuariamente en los pueblos esparcidos en la gran región. En Chaehom se encuentra entre las actividades principales de padre Rossi, o sea “el centro de formación de los jóvenes, que en el año 2000 se convirtió en parroquia. Allí hospedamos a los jóvenes que provienen de las montañas, que de otro modo estarían demasiado lejanos de las escuelas para poder frecuentar las lecciones. Tenemos un capacidad para 100 personas pero ahora hay 60, porque mientras tanto hemos inaugurado otras dos estructuras cerca de los pueblos”.
Sólo la mitad de los estudiantes hospedados es católica, afirma el padre Rossi: “Siempre más a menudo recibimos pedidos de padres budistas que quieren mandar a sus hijos a nuestras casas”. La rutina diaria es cuidada en el mínimo de los detalles: “El despertarse-explica el misionero- está fijado para las 5.20 de la mañana, sigue un momento de limpieza personal y de oración. De las 6.15 a las 7.15 los estudiantes pueden repasar las lecciones en las aulas de estudio o participar de la misa. A las 7.15, todos en fila, los jóvenes reciben el dinero para el almuerzo y van hacia la escuela, que se encuentra a pocos centenares de metros del centro”.
Los estudiantes vuelven de la escuela hacia las 16,30-17. “A ese punto-continúa el p. Rossi- hay una hora de trabajo en los campos, de catequesis o de deporte. La cena es a las 19, a la cual sigue el estudio”. Las familias de los muchachos deben proveer sólo en los gasto para la escuela, afirma el sacerdote, “para el resto lo ofrecemos toso nosotros, pedimos sólo una contribución inicial de dos bolsas de arroz”. “Hace algunos años-continúa-gracias a una colecta italiana hemos comprado un terreno que los jóvenes cultivan. El trabajo los ayuda a integrarse entre ellos, varones y mujeres, católicos y no”.
Siendo un centro católico, explica el p. Rossi, “pedimos que también los jóvenes budistas o animistas participen en las actividades religiosas. Obviamente no les pedimos se conviertan, sino que vivan lo que hacen los otros. La participación en la Eucaristía diaria es libre para todos y muy a menudo es más alto el número de los no católicos. Esto nos hace entender que estos jóvenes están en una fase de búsqueda interior”.
El segundo proyecto que ha lanzado el p. Rossi lleva el nombre de “Café Bruno”. “De hace tres años-cuenta- hemos iniciado esta nueva actividad, que tiene la intención de ayudar a los agricultores de los montes que cultivan café de buena calidad. En los años pasados el rey lanzó un proyecto para substituir el cultivo del opio con la del café y el Estado compra los granos a los campesino para luego tostarlos”. La idea del p. Rossi fue la de realizar la tostadura en el mismo lugar, para luego vender el producto a un precio mayor en el mercado. “Hemos comprado una tostadora de 30 kg y la hemos colocado en el centro. Ahora compramos el café de los cultivadores, lo tostamos y lo revendemos en Tailandia y al extranjero. Con las ganancias creamos becas de estudio para los jóvenes del centro”.
Cada año, el centro produce 800 kg de calidad arábiga al 100%, que “trae una ganancia no indiferente. Y también la calidad nos sorprendió: hace dos años lo hemos llevado al Centro Assaggiatori (probadores) de Brescia y hemos ganado la medalla de oro. Gracias a este proyecto el centro podrá mantenerse sin necesidad de ayudas extranjeras también cuando los misioneros se irán”.
Información de AsiaNews
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