Hubo algún tiempo en que la Iglesia se mantenía en un diálogo constante con los seguidores, con los fieles y hasta con los contrarios; todo era en vías de llegar a entendimientos comunes. Así lo hizo Jesús. Así lo pretendieron, apóstoles, discípulos misioneros a lo largo de siglos; así debiera pretenderlo toda su Iglesia con frecuencia.
La Palabra de Jesús dicha desde la sencillez, en los caminos, los pueblitos, en la tribuna de los doctores de la ley, en el templo de Jerusalén; debe seguir siendo el camino para compartir la Buena Nueva. La Palabra personal sigue siendo el método más cercano y oportuno para la Evangelización, genuina. Que requiere también el uso de las herramientas nuevas.
Hoy tenemos a la mano infinidad de recursos que pueden ser aprovechables en la comunicación que pretenda una evangelización cercana. Uno vital, para el presente y el futuro, -por los modos y reacciones que tenemos ante un pensamiento común, son sin duda las Asambleas Plenarias. Éstas se realizan como lugar de encuentro, de purificación y de entendimiento de nuestras diferencias.
La Asamblea Diocesana, no tienen otra pretensión, sino aquella nacida de la pregunta de Jesús a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Respuesta, sin duda alguna necesaria en cada una de nuestras comunidades diferenciadas por las características humanas, sociales y culturales de cada región e incluso barrio.
De las respuestas que aportaron los discípulos en ese encuentro con Jesús, al que amaban y entendían suficientemente como para seguirlo y estar atentos a su palabra; abren la mirada y la conciencia a las diversas estructuras que se tienen para la evangelización hoy. Mismas que producen, y se manifiestan entre los distintos grupos de gente; con actitudes y respuestas diversas respuestas en acentos y en compromisos.
Hay en las respuestas, acercamientos “Eres… alguno de los profetas”. En el fondo, hay coincidencias. La tarea diaria es aprender a compartir perspectivas y criterios. Siempre habrá tareas, métodos y objetivos que afinar para una mejor realización de las exigencias pastorales. La Asamblea se presta para el reconocimiento de los esfuerzos de los demás y para apresurar juntos a las comunidades que caminan con un paso diferente.
De la Primera Asamblea de Pastoral, diocesana, en el 2013; a la próxima, Quinta Asamblea que se pretende, “ha pasado –como se dice- mucha agua por el puente”. Las circunstancias sociales y las características religiosas de nuestro desempeño tienen, sin duda, actitudes diversas, valoraciones y enfoque que resultan de la variedad de circunstancias y de las mismas reflexiones al interior de cada decanato, vicaría o parroquia.
La riqueza de modos y acentos que se pretenden para llevar adelante la Evangelización, desde cada trinchera, es tarea que no se agota e incluso se acrecienta desde las diversas intensidades de nuestros compromisos pastorales. Se trata de escucharnos en un intercambio eclesial; y conjuntar con la anuencia de nuestro Pastor los diversos aportes.
Desde aquí se vislumbran las familias en situación de crisis. Las nuevas formas de pastoral para llegar a los jóvenes, desde los propios instrumentos que ellos manejan. ¿Cómo respondemos hoy, a la desintegración del tejido social? ¿Qué tanto estamos involucrados, pastoralmente hablando del mundo de los jóvenes?
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