Ante una Humanidad extenuada y desalentada

La Palabra del Pastor

Cardenal José Francisco Robles Ortega,
Arzobispo de Guadalajara

Hermanas y hermanos en el Señor:

Jesús se compadecía de las multitudes porque las veía extenuadas y desamparadas. Nuestra Humanidad entró en este desamparo y en esta dispersión, debido al pecado original, heredado de la desobediencia de nuestros primeros padres, y así, comenzamos un peregrinar en el mundo, extenuados y cansados.
Pero Dios no nos abandonó a este desamparo. Y aun cuando nosotros, como pueblo le hemos fallado, Él no ha renunciado a ser el Padre, el Dios bueno, a buscar a su pueblo, a congregarlo de nuevo, y a darle la vida y la salvación.
Pudiéramos decir que si Jesús volviera, en este momento, a la Tierra, pasaría lo mismo, Él tendría la misma compasión de las multitudes, por tantas personas que van por la vida como ovejas sin pastor, es decir, con la sensación de no pertenecer a nadie, de no ser guiados por nadie, de no saber el camino para llegar a la plenitud de la vida.
En nuestra sociedad, en nuestra Iglesia, tenemos que reconocer que hay muchas personas cansadas, extenuadas, dispersas, como ovejas sin pastor.
Jesús eligió a Doce, pero no sólo para que estuvieran con Él, sino que, luego, enviarlos al mundo, e hicieran propios los sentimientos de Cristo, de compasión por las multitudes que andan por el mundo como ovejas sin pastor.
Una de las misiones más importantes que nos está recordando el Papa Francisco es que, los pastores, miremos no sólo por los que ya están en el seno de la Iglesia, sino por los que están en la periferia, a los que nadie mira, a los que nadie atiende. Y no sólo las periferias físicas, por ejemplo, las de las grandes ciudades, como Guadalajara, donde hay cinturones de verdadera necesidad, de pobreza que ni siquiera imaginamos.
El Papa nos pide que vayamos tras los que viven en esas periferias, que no son solo las periferias físicas, sino también las periferias existenciales, las que forman grupos humanos que, aunque estén en las mejores condiciones socio económicas, viven ajenos e indiferentes al mensaje de salvación.
Cristo sigue mirando nuestra propia Humanidad con verdadera compasión, especialmente a aquellos que andan extenuados, cansados en la vida, como ovejas sin pastor. Pero quiere asegurar su compasión y cuidado a través del servicio de los que ya hemos descubierto el tesoro del amor del Padre. Es tarea de todos los bautizados, de toda la comunidad de discípulos, que se nos encomienda el cuidado y la misericordia para todos, de tal manera que nadie se sienta ir por la vida como desamparado, pensando que nadie lo aprecia o le preocupa. Todos los discípulos estamos llamados a hacer presencia de Cristo, buen pastor, en favor de nuestros hermanos que andan dispersos, que están alejados, tal vez desconsolados y hasta desesperados, con tantas necesidades humanas materiales y espirituales.
No debemos ser indiferentes a las necesidades de tantos hermanos. Ya hay muchas organizaciones en la Iglesia a favor de los necesitados, pero nunca es suficiente. Tenemos que involucrarnos y comprometernos, para que nadie viva en el mundo extenuado, desalentado, como oveja sin pastor.

Yo les bendigo en el Nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo.

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