El Papá es la cabeza de la familia, le corresponde servir, amar, proteger y formar a sus hijos.
Hoy más que nunca en la historia de la humanidad, hace falta devolverle su grandeza, su lugar en la familia, en la sociedad, en la Iglesia. El mundo está de cabeza porque ha quitado a LA CABEZA de su lugar.
Cristina Parra Aguirre*
“El hombre es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia, cuerpo suyo, del cual es asimismo salvador. Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a si mismo por ella.” (Ef. 5, 23.25). Es muy importante recordarles a los varones que esta es su Misión. Cuando los novios se comprometen, en las despedidas de solteros, hay que reflexionar con ambos sobre cuál será su nueva encomienda, cuando nazcan los bebés. La fiesta se hace para ambos, porque comparten la misma responsabilidad, la misma alegría, la misma dignidad, la misma grandeza.
Al papá le corresponde SERVIR. Es decir, estar atento, conocer a cada uno de su familia: cónyuge e hijos, para darse cuenta cuáles son sus necesidades y proveer lo necesario para cubrirlas, de preferencia, antes de que se las pidan. Le toca DARSE, no solo dar. Pasar tiempo con todos y con cada uno. “Yo soy el Buen Pastor. Conozco a mis ovejas y ellas me conocen a Mí” (Jn. 10,14). Jesús nos puso el ejemplo de cómo servir al prójimo. Si alguno quiere ser el primero, colóquese en último lugar y hágase servidor de todos (Mc. 9, 35). Es importante inculcar a los hijos el respeto, la admiración y el cariño por su papá.
Al papá le corresponde AMAR. ¿Saben qué? El papá también AMA y tan profundamente o tal vez más que la madre. Es distinto el amor del padre, pero igual de valioso, necesario y real. Aporta el 50% de código genético, de amor, de entrega para que esa pequeña creatura, por voluntad de Dios, comience a engendrarse. Aunque no lleva al bebé en el vientre lo lleva en el corazón. Su amor lo expresa de manera muy distinta a la mamá, también sufre cuando el hijo tiene algún fracaso y lo consuela, goza junto con su hijo al compartir las alegrías, se preocupa de ayudar a los hijos a encontrar la solución a sus problemas. También pueden aprender a amar si es que de pequeño nadie le enseñó, si tú le das amor, recibirás amor. “Este es mi Hijo muy amado en quien tengo mis complacencias” (Lc. 3, 22).
Al papá le corresponde PROTEGER. Son muchos los peligros que asechan hoy día a la familia, al papá le corresponde advertirles de las posibles situaciones que hay a su alrededor, dar consejos, orientar, asesorar. Enseñar a los hijos de los riesgos que encontrarán en las redes sociales, cómo conducirse en sociedad, cómo vestirse para evitar que les falten al respeto, fijar las reglas y límites en casa, y hacer que se cumplan. Papá nos enseña a confiar, a superar nuestros temores, a enfrentar los desafíos- En brazos de papá nada malo nos puede suceder, es el superhéroe de casa. “Ánimo, no teman, soy Yo”. (Mt. 14, 27).
A papá le corresponde FORMAR a sus hijos. Además de llevarlos a una buena escuela para que reciba su preparación académica, también es buscar la formación en todas las áreas de su vida, para que sea integral: en lo social, enseñarles a tratar con personas que piensen distinto, a negociar, a tolerar, a esperar turnos, a respetar a los mayores, a atender a los menores; en lo afectivo, a querer a las personas con los distintos tipos de amor que hay: de hermanos, de amigos, de compañeros y saber cuidar el corazón para entregarlo en el tiempo oportuno a la persona indicada y por las razones correctas; en lo corporal inculcarles la práctica de algún deporte, cuidar su alimentación, ser disciplinados, ordenados; en lo espiritual tener una relación cercana con Dios, enseñar con el ejemplo a orar en distintos momentos del día y de la vida, a participar en la comunidad parroquial. “Mi Madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”. (Mt. 12, 50).
*Coordinadora de Itinerario Matrimonial,
Pastoral Familiar
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