El temporal y las deudas ecológicas

Ya las lluvias refrescaron la tierra y soplan otras esperanzas en el horizonte. Las voces de los labriegos, campesinos de pueblo y rancherías, no han perdido la costumbre de repetir oraciones y misas por el buen temporal. Demasiado pronto olvidamos aquellos refranes de los abuelos: “A Dios rogando y con el mazo dando”. Por diferentes razones, todo mundo ansía un buen temporal. Pero muy pocos rescatan el mundo de tanta suciedad.
Hay celebraciones, desde meses atrás para implorar de lo Alto, benevolencia para nuestro desquiciado mundo en estos temas de cambio climático. Muchas instituciones sociales, incluso religiosas y de gobierno, los deshechos y basura; parece preocuparles. Al presente hay advertencias serias desde diferentes trincheras culturales, de especialistas, del mismo Papa Francisco. Para algunas oficinas de gobierno, pareciera como si fueran cosas de rutina, de poca monta.
Se deslavan cerros, los ríos, otrora limpios y abundantes, cambian su cauce por las construcciones, dejan de existir o los utilizamos como centros de desperdicio. Hay cerros construidos con desechos, cientos de toneladas de basura en las vertientes de los ríos. Los gobiernos miran, atienden algunas quejas, pero la basura de la violencia social les satura y deja en el olvido los proyectos ecológicos.
En las ciudades ha llegado el síndrome de la “Torre de Babel”, “hagamos lugares en donde no nos alcancen los problemas”. Se toma distancia del trajinar sucio de las calles, mercados, que han llegado a ser tierra de nadie. Solo les dan de tiempo en tiempo una atención mediática. Hoy debieran tener una atención estratégica. La ecología es una necesidad inexorable para todas las culturas. Obligación de todos los partidos en el gobierno sean del color que fueren.
El mundo de la política, empezando por las elecciones, también tiene problemas “ecológicos”. Carece de limpieza social. Sin embargo pareciera que en nuestra conciencia social y política no hay problema de ninguna categoría que no se pueda subsanar con alguna cantidad de pesos, o con promesas políticas para el futuro.
Es cierto, hay de basuras y basuras. Unas nos preocupan como una enfermedad social para la salud, las otras, corrompen a la sociedad con promesas de campaña. Lo que debiera ser la casa común, este nuestro mundo, para cuidarlo, “darle mantenimiento” dejarlo de ensuciar; ha llegado a ser una “mala vecindad” en donde de vez en cuando viene el dueño a recoger desperdicios. Entre tanto los inquilinos, tropiezan día a día con la basura.
Hay, una relación directa, entre la ecología y la espiritualidad, ha dicho el Papa Francisco. Si dañamos la naturaleza, es sin duda en razón de que nuestro espíritu anda enfermo. Necesitamos una conversión ecológica. Amor cívico y político, gozo y paz para trabajar en la casa común que a todos nos atañe. La crisis  ecológica del presente tiene raíces humanas profundas. Por décadas el esfuerzo humano ha tenido otros horizontes. Preocupa casi estrictamente lo material, se le niega al ser humano  su espiritualidad. El resultado obvio es que vivimos en un mundo “sucio” en varios sentidos.

Cartón dia del Padre

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